¿Tiene esta afirmación alguna consecuencia práctica o todo esto no es más que una discusión sobre el sexo de los ángeles? Para unos determinados seres, los animales superiores, no cabe la más mínima duda que la ha tenido y la sigue teniendo. Reducidos por Descartes a autómatas compuestos por piezas de materia inerte que, sabiamente ensambladas, producen sus movimientos, gemidos y demás efectos curiosos, ha habido que esperar al año 2012 para que los máximos especialistas mundiales en neurociencias, reunidos en un congreso, declararan solemnemente que 'los animales sienten y sufren, ya que, al igual que nosotros, poseen consciencia' (se refiere al Manifiesto elaborado en el congreso que se celebró en Cambridge en julio de 2012).
Consciencia: esa palabra de la que algunos afirman desconocer el significado por tratarse de algo que no puede ser estudiado ni definido científicamente. Consciencia: término clave en orden a una reestructuración del derecho, que no podrá eludir mucho más tiempo reorientarse hacia lo que siempre nos ha estado rondando que era su auténtica finalidad: ayudar a la eliminación de todo sufrimiento gratuito, contribuir normativamente a minimizar el sufrimiento ¿de quién? obviamente de cualesquiera seres capaces de experimentarlo, de los seres conscientes y por tanto sintientes, que no son solo los humanos, como la sociedad civil de las regiones más libres y avanzadas del mundo empezó a comprender desde hace ya algún tiempo (antes en todo caso que la mayoría de los científicos y filósofos) y poco a poco va consiguiendo que esa comprensión se traduzca en normas legales.
El materialismo en versión mecanicista no sólo ha sido durante siglos la lente paradigmática a través de la que se entendía el mundo animal. También la sociedad, cada vez más dependiente en exclusiva de una economía para la que las personas no cuentan, sino que solo lo hacen parámetros y abstracciones matemáticas que tratan de formalizar la idea (previa) de que todo depende de la mecánica que impone el egoísmo posesivista, una mecánica que anula literalmente al ser real. Lo he dicho en 'La rebelión de la consciencia' y lo repito ahora: el materialismo es la filosofía natural del capitalismo.
Creo que debo insistir en esto, especialmente de cara a quienes siguen creyendo que el materialismo es una postura filosófica progresista. Porque, aunque históricamente haya podido serlo, esa asociación no se puede seguir manteniendo. Ciertamente hay y seguirá habiendo materialistas filosóficos, pero la ecuación materialismo teórico = izquierda política, que todavía muchos dan por buena, se ha hecho insostenible.
De hecho, el materialismo práctico más grosero es lo que exhibe hoy el capitalismo, especialmente el neo, que desprecia olímpicamente el sufrimiento que viven aquellos a los que excluye o considera 'material desechable': los mayores -improductivos y que 'viven demasiado'-, las masas de emigrantes que huyen del hambre, las condiciones infrahumanas de todo tipo y la desertización de sus países, acelerada enormemente por un calentamiento global causado precisamente por el 'progreso' materialista promovido en guerra abierta con una naturaleza que se había desacralizado previamente (cómo no…, si considerarla sagrada era cosa de pueblos primitivos y salvajes).
Se dirá que se trata de materialismo práctico y no teórico o filosófico, pero esto no se sostiene. ¿Es que este capitalismo extremo no se apoya acaso sobre dos pilares teóricos que son la quintaesencia del materialismo filosófico? El primero, una visión del mundo objetualista para la que no hay más que 'cosas', susceptibles, por tanto, de convertirse en mercancías, tengan vida o no la tengan.
El segundo, una antropología plana que debe mucho a una cierta teoría de la inteligencia artificial que en el fondo ignora la consciencia o subjetividad, que no es procesamiento de información sino puro silencio de ser, y que tiene como consecuencia lógica considerar al ser humano como conductualmente manipulable, como un robot especialmente complejo, sí, pero en todo caso programable disponiendo de la tecnología adecuada, en función de los intereses de los 'amos'.
Por otro lado, hoy la lucha por la emancipación se reespiritualiza al hacerse búsqueda de liberación integral del ser humano y de la naturaleza, inextricablemente vinculados el uno y la otra. Aquellas denuncias, claramente abusivas, de toda sensibilidad romántica, entendida en bloque como prefascismo por Georg Lukacs y otros intelectuales marxistas en los años cincuenta y sesenta, chocan actualmente con la evidencia del idealismo y ¡claro que sí! el romanticismo -nada incompatibles con un sentido de la realidad claramente superior al de 'la otra parte' neoliberal- de las renovadas visiones del mundo que se orientan a quebrar las cadenas exteriores e interiores, y de las fuerzas sociales y políticas emergentes que las incorporan.
Consciencia y alma pasan de ser términos sospechosos, que se asocian a las creencias supersticiosas de campesinos y pequeñoburgueses atrasados, a convertirse en referentes importantes de la resistencia creciente a la mecanización y la deshumanización que impone el sistema, aparte de ser la vida universal (también la del planeta) y la dimensión espiritual, nociones esenciales e irrenunciable para numerosos pueblos de los hasta hace poco llamados 'primitivos', que siguen existiendo y que luchan por la pervivencia de sus modos de vida, que casi siempre se desarrolla en unión estrecha con un mundo natural 'encantado', animado por un ánima viviente que sienten comunicable, comunicativa y operativa, y que le hace ser sujeto de derechos.
Para estas sociedades arcaicas (en el sentido original de 'arcaico', que viene de arjé, lo primordial y fundamentador) la consciencia, el espíritu, es, en efecto, lo esencial y la fuente de todo derecho, así del hombre como de la naturaleza".
José Luis San Miguel de Pablos
Geólogo español
Doctor en Filosofía, es profesor en las
universidades de la U.P. Comillas y el CEU, en Madrid, donde
imparte clases de Filosofía de la Naturaleza, Geobiología e Historia
Geológica
Autor de "La rebelión de la consciencia", Editorial Kairós, 20015
Pueden ver el artículo completo en este enlace.
No es la primera vez que lo denunciamos en este blog:
Esos jóvenes cruzados de la última camada del ateísmo que siembran la red de violentas polémicas anti-Dios; esa multitud de chavales que creen que sólo por el hecho de ser ateos están socavando las entrañas del Sistema al considerar erróneamente que el ateísmo forma parte del "pack" ideológico que define la subversión contra el Capital; esos pobres chicos, insistimos, están en realidad alimentando -la mayoría desde la más absoluta inocencia- el hambre voraz de su enemigo. ¿Cómo hacerles entender que, para seguir funcionando a toda máquina, el capitalismo está también alimentando y utilizando a su favor esa guerra sin cuartel contra la trascendencia en la que ellos se han embarcado "voluntariamente"? ¿Cómo mostrarles que el Capital necesita la negación de la vertiente espiritual del hombre y, por ende, la reafirmación global de la filosofía fisicalista, para mantener bien engrasada su gigantesca maquinaria?
¿Cómo hacerles ver que no son más libres, como ellos creen, de lo que fueron sus ancestros, sino mercenarios no remunerados al servicio de un Amo insaciable?
¿Cómo convencerles de que están escupiendo contra el viento?
¿Cómo convencerles de que están escupiendo contra el viento?
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"El mundo del capitalismo globalizado agota hoy la
totalidad de lo visible y proclama que no hay nada más que ver, que no
hay nada escondido, que no hay otra imagen posible. Esto es lo que hay, nos dice. Es una nueva forma de gestionar lo invisible: si en
otras épocas era patrimonio de las religiones, cuyos dogmas establecían
de qué estaba “hecho” lo invisible y quién establecía su ley, hoy el
capitalismo global cancela toda invisibilidad, todo no-saber, en favor
de su única verdad presente".
Marina Garcés
Profesora de Filosofía, conferenciante y escritora
Universidad de Zaragoza
Columnista del diario "El País"
Ver también:
La filosofía materialista aliada del capitalismo
El Dios probable y el capitalismo cientifista
Cinismo y ateísmo. La rigurosa impostura
La nueva concepción de la realidad y el fin del reduccionismo
El materialismo no es una verdad científica
Al materialismo se le ha muerto la materia
"No podemos dejar que Dios cruce la puerta"