"En los escritos del Nuevo Ateísmo se ha venido repitiendo de forma totalmente acrítica el relato culturalmente dominante que caracteriza a la ciencia y la religión como dos mundos mutuamente en guerra. Un ejemplo es 'Dios no es bueno' de Christopher Hitchens. En este libro, Hitchens defiende ese relato de 'conflicto' apelando de forma burdamente selectiva a la historia. El autor fuerza los detalles históricos para que encajen con su teoría de cabecera e ignora deliberadamente aquellos otros hechos que se niegan obstinadamente a conformarse a su modelo predeterminado de realidad (esta tendencia a contemplar exclusivamente los datos que corroboran una teoría previa y a discriminar los que no lo hacen se denomina 'sesgo de confirmación' y puede darse de un modo consciente o inconsciente; en el caso de Hitchens creo que no hay duda sobre su intencionalidad). Hitchens recurre a anécdotas históricas cuidadosamente seleccionadas como si fueran representativas de una 'verdad' superior: la de que quienes tienen creencias religiosas viven engañados y son por ello potencialmente peligrosos para la sociedad en general.
Fijémonos en uno de esos dictámenes oraculares: Hitchens relata el hecho histórico verídico de que Timothy Dwight (1752–1817), un teólogo cristiano... se oponía a la vacunación contra la viruela. Para Hitchens, ese error de juicio de Dwight es típico de la mentalidad retrógrada de las personas religiosas. La postura indignante de Dwight no hace más que mostrar, según Hitchens, hasta qué punto el oscurantismo religioso ha obstaculizado el avance científico, tanto entonces como ahora. La conclusión, pues, es que la religión envenena todos los intentos de progreso humano (sostener que los vicios o virtudes de un individuo en particular se pueden extrapolar a todo el grupo al que ese individuo pertenece -en este caso, los creyentes en general- supone una "falacia de asociación", por lo que éste de Hitchens se puede considerar un argumento nulo. No "todos" los teístas tenemos "mentalidad retrógrada").
El problema es que tal apreciación tiene muy poco de empíricamente demostrable... (algo que no deja de ser curioso en un cientifista irredento como era Hitchens). Hitchens tiene razón al usar la vacuna contra la viruela como un estudio de caso de hostilidad contra el avance científico. Y acierta también al afirmar que Dwight se oponía a tal vacunación. Pero las conclusiones que extrae de ello son simplistas y superficiales, y no revelan más que sus propios y arraigados prejuicios ideológicos (oh, sorpresa :-)). La situación es mucho más compleja y se niega a conformarse a ese relato de 'guerra' que tan acríticamente suscribe Hitchens. Permítanme que dé dos contraejemplos con los que reforzar mi argumento:
Es evidente que Hitchens piensa que la vacuna contra la viruela es algo positivo y que, por tanto, quienes se oponen a ella merecen toda reprobación y quienes la defienden son dignos de encomio... Una generación antes que Dwight, Jonathan Edwards, considerado hoy como el más grande pensador cristiano de Norteamérica... Defensor entusiasta de los avances científicos y médicos (en el enlace anterior podemos leer este interesante párrafo: '(Edwards) escribió sobre varios asuntos vinculados a la filosofía natural, incluyendo arañas "voladoras" -escribió un tratado sobre este tema a la temprana edad de once años-, luz, y óptica. Mientras expresaba su preocupación por el materialismo
y su fe en la razón..., vio a las leyes de la naturaleza como una derivación de Dios y demostrantes de su
sabiduría y cuidado. Así, los descubrimientos científicos no empañaron
su fe, y para él, no existía un conflicto inherente entre lo espiritual y
lo material')... Edwards fue un enérgico impulsor temprano de la vacunación contra la viruela. Para demostrar a sus estudiantes de Princeton que ese novedoso procedimiento médico era seguro, él mismo se hizo inocular la vacuna (para una ampliación de esta anécdota, McGrath propone la consulta de "A short life of Jonathan Edwards", de George M. Marsden. Grand Rapids (Michigan), Eerdmans, 2008, p. 131). Pero, en su caso, el tratamiento no salió bien y Edwards falleció al poco tiempo (al parecer, la dosis administrada al teólogo inglés estaba adulterada).
Lo que los lectores imparciales habrían esperado de Hitchens es que hubiera ofrecido un retrato más equilibrado y preciso de las actitudes religiosas hacia la vacunación contra la viruela, sobre todo, teniendo en cuenta cómo Edwards la defendió hasta el punto de perder la vida al servicio de este avance científico. Pero Hitchens borró a Edwards de la imagen del conjunto. Y es que Hitchens es un propagandista, no un estudioso del tema (y un auténtico 'mago' elaborando falacias como su colega Dawkins :-)). Su propósito es defender tanto el relato de la presunta 'guerra' entre ciencia y religión como su propia (y bastante dogmática) versión del ateísmo, pero no ofrecer una descripción ecuánime de la historia.
Esta tendenciosidad queda confirmada por la llamativa ligereza con la que pasa por alto que el influyente escritor ateo George Bernard Shaw se opuso a la vacunación contra la viruela allá por la década de 1930 ridiculizándola por considerarla un 'engaño' y un 'indecente ejercicio de brujería' ('brujería', sí lo han leído bien :-)). Despreció la opinión de destacados científicos cuyos trabajos respaldaban el tratamiento (como Louis Pasteur o Joseph Lister) tachándolos de charlatanes que no sabían nada del método científico. Pero Shaw era un ateo que hizo tan absurdas afirmaciones en pleno siglo XX.
Todo el libro "Dios es bueno" está plagado de falacias de generalización como la que analizamos en este post.
Permítanme otro inciso: Bernard Shaw fue un magnífico escritor, dramaturgo y periodista, ganador del Premio Nobel, virtudes todas que nadie pone hoy en tela de juicio... Y también fue un ferviente defensor de la eugenesia, del darwinismo social y partidario de quitar de enmedio a aquellos individuos que "consumen más de lo que aportan a la sociedad", o, al menos, partidario de convencerlos para que se "autoeliminen" ellos solitos. Además de todo esto, Shaw fue el autor de esta encantadora cita:
“…Hago un llamamiento a los químicos para que descubran un gas humano que mate al instante y sin dolor. En resumen, un gas mortal caballeroso por todos los medios, pero no cruel…”
“…Hago un llamamiento a los químicos para que descubran un gas humano que mate al instante y sin dolor. En resumen, un gas mortal caballeroso por todos los medios, pero no cruel…”
Así es, gaseemos a todos los "inservibles", los enfermos mentales, los ancianos impedidos... Eliminemos a todos los que, según Shaw, "no aportan nada", pero, eso sí, hagámoslo "humanamente" y con "caballerosidad". Qué considerado :-)
Seguramente, como este caballero era ateo, todos los ateos son también, como era él, partidarios de las cámaras de gas, de la eugenesia y de la eliminación de los elementos no productivos de la sociedad... ¿cierto? :-) Pues no. Tengo maravillosos amigos ateos que, sin dudarlo un segundo, tacharían a míster Shaw de "tarado", pues este sujeto, por muy buen escritor que fuera, no les representa, del mismo modo que a mí no me representa Nicolás Maduro, aunque los dos seamos teístas.
Seguramente, como este caballero era ateo, todos los ateos son también, como era él, partidarios de las cámaras de gas, de la eugenesia y de la eliminación de los elementos no productivos de la sociedad... ¿cierto? :-) Pues no. Tengo maravillosos amigos ateos que, sin dudarlo un segundo, tacharían a míster Shaw de "tarado", pues este sujeto, por muy buen escritor que fuera, no les representa, del mismo modo que a mí no me representa Nicolás Maduro, aunque los dos seamos teístas.
Otra cosa: lanzo la propuesta solo como una hipótesis razonable: dado que tanto Pasteur como Lister eran fervorosos creyentes ¿podría ser que Bernard Shaw los considerara charlatanes y dedujera que sus conclusiones sobre las vacunas eran "engaños y brujerías", no como resultado de la observación objetiva de las pruebas, sino empujado por la natural tendencia del ser humano a polarizarse?... No sería la primera vez que asistiríamos a un 'encajonamiento ideológico' que derive en una enajenación de este calibre: "Si mi enemigo sostiene 'x', yo sostendré 'y'; solo porque 'y' es lo contrario de 'x'. Aunque 'y' sea una majadería". Pasa en las mejores familias.
Lo dejo ahí. Por cierto, no sé si son imaginaciones mías, pero, a medida que avanzo en la elaboración de este post y voy recabando interesantes datos que desconocía sobre la fascinante historia de las vacunas, me parece que el argumento de Hitchens se va hundiendo más y más en el fango que él mismo ha amasado... Dejemos que McGrath lo "remate". Al argumento, claro :-):
¿Por qué no mencionó Hitchens este famoso e impactante ejemplo (el de Bernard Shaw)? Hitchens es muy libre, desde luego, de exteriorizar sus rencores y la inquietud que le inspira la religión como le plazca. Pero, ¿acaso no había demostrado ya ser una persona con la astucia suficiente como para darse cuenta de que sus lectores detectarían tan flagrante sesgo?"
Biofísico y teólogo irlandés
(Para los suspicaces, aclaramos que fue "cocinero antes que fraile" :-) y no al contrario; leer breve biografía más abajo)
Profesor de teología histórica en la Universidad de Oxford
Se formó en las Universidades de Cambridge y Oxford
Autor de "El espejismo de Dawkins", 2007
(No traducido al castellano, otra vez, oh, sorpresa :-))
Los párrafos anteriores fueron extraídos de "La Ciencia desde la fe", 2015.
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Autor de "El espejismo de Dawkins", 2007
(No traducido al castellano, otra vez, oh, sorpresa :-))
Los párrafos anteriores fueron extraídos de "La Ciencia desde la fe", 2015.
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McGrath es un tipo interesante, y no lo decimos solo porque muchos le consideren el rival más temible de Richard Dawkins. Nos resultaría interesante aunque no fuera así, porque, en nuestra opinión, su caso es una demostración paradigmática de la tesis que venimos repitiendo en este blog prácticamente desde sus inicios: muchos ateos, sobre todo jóvenes, lo son porque se niegan a indagar otros caminos que no les lleven a reforzar su cosmovisión previa, sometiéndose a una suerte de férrea autocensura con la intención de impedir que nada ni nadie siembre dudas respecto a su credo. Como mucho, se limitan a leer la Biblia, para llenar la recámara de "munición" contra los fundamentalistas :-) pero pare usted de contar.
No afirmamos que sea así de un modo general, ni mucho menos; doy fe de que hay ateos intelectualmente honestos que, después de estudiar objetivamente todas las opciones filosóficas alternativas al ateísmo, siguen pensando que el sufrimiento de los inocentes es una "prueba fiable" de que Dios no existe. Entre otras razones, porque, tras escrutar a fondo las críticas más rigurosas y serias contra el materialismo cientifista y contra el método científico tal como actualmente se aplica, reconocen que no les queda más prueba contra la existencia de Dios que el llamado "problema del dolor". (Sobre este tema han corrido ríos de tinta; nosotros recomendamos, por ejemplo, la lectura de "Mitología materialista de la Ciencia" y "Dios o la materia", ambos del filósofo Francisco Soler Gil que dedica en ambos ensayos algunos interesantes apartados a este asunto, abordándolo desde una perspectiva teísta, pero no religiosa).
Pues bien, volviendo a McGrath, sabemos por su biografía que él mismo fue uno de esos jovencitos que salen de la facultad de Ciencias dispuestos a combatir a las hordas de la "Superstición". Según sus propias palabras, adoptó "una visión del mundo que entonces me parecía el resultado inevitable de la aplicación coherente del método científico. Solo creería en aquello que la ciencia podía probar... ¿Qué más daba ver la vida como algo desprovisto de sentido? Aceptar esa cruda verdad científica era todo un acto de valentía intelectual por mi parte, pensaba yo... La ciencia probaba la inexistencia de Dios y todos los científicos sinceros eran ateos. La Ciencia era buena y la religión mala..." A todos nos suena esta declaración de principios, ¿verdad? :-) Es prácticamente un cliché del pensamiento estándar del neoateo convencional; ellos son inteligentes, cultos y valientes ("brillantes" diría Dawkins 😄), porque no creen en Dios, los teístas somos estúpidos, ignorantes y cobardes por la razón opuesta.
Pero, si la intención del joven McGrath era mantenerse fiel a esa ingenua cosmovisión que se forjó, o que forjaron para él, durante su formación académica, cometió un error fatal.
Dejemos que nos lo cuente él mismo:
"... En diciembre de 1970... Me dispuse a dedicar un prolongado periodo de mi vida a la lectura y a la reflexión... Tras haber agotado las obras sobre biología que podían interesarme, descubrí una sección (en la biblioteca de Ciencias de la universidad de Oxford), en la que nunca antes había reparado: 'Historia y filosofía de la Ciencia'. Yo había tenido hasta entonces poco tiempo para dedicar a esa clase de materias, que tendía a considerar... una pura especulación inútil sobre temas que cualquier científico mínimamente formado podía resolver con facilidad por medio de unos experimentos correctamente diseñados... Sin embargo, al final me animé a leer aquellos libros. Pues, a fin de cuentas, si yo estaba en lo cierto, ¿qué tenía que perder?"
Buena pregunta...
:-)
"...Cuando terminé de leer las obras del (algo limitado) catálogo de mi facultad sobre ese campo, yo ya me había dado cuenta de que tenía que replantearme seriamente muchas cosas... Me sentía abrumado. Era como si un mar embravecido hubiera estado batiendo sus olas contra mi asentado modo de pensar, enturbiando unas aguas -las de la verdad científica- que yo había tenido hasta entonces por claras, calmadas y, por encima de todo, simples... Las cosas resultaron ser bastante más complejas de lo que yo suponía... (En nuestro blog siempre hemos afirmado que existe un curioso paralelismo entre el fundamentalismo ateo y el religioso: ambos necesitan creer que la explicación del mundo cabe en un esquema muy sencillo). Yo sabía muy bien que no había vuelta atrás: ya no podría regresar a la aproximación simplista a las ciencias naturales a la que yo estaba acostumbrado... Una parte de mí deseaba profundamente que nunca hubiera escogido aquellos libros... Pero ya no podía volver a mi situación previa... Me di cuenta de que no podía seguir aferrándome a algo que, de pronto, había pasado a parecerme una visión un tanto ingenua de las cosas: me refiero a la idea de que el único conocimiento auténtico que poseemos es el saber científico basado en la evidencia empírica".
Por lo visto, McGrath sí tenía mucho que perder al salirse de su zona de confort... O mucho que ganar :-) ¿Quién sabe?
En la actualidad, el doctor Alister McGrath es una autoridad mundial en el ámbito del debate ciencia-fe y dedica buena parte de su vida y de su obra a derrumbar, uno a uno, todos los aparentemente "imbatibles" argumentos del Nuevo Ateísmo. Y lo hace con las mismas armas que usan sus rivales: las de la Ciencia. Así que, aconsejamos a quienes se sientan muy cómodos con su perspectiva cientifista y antitea del mundo, que se mantengan alejados de él :-) Dormirán mejor. Por el momento es así, yo solo he encontrado a ateos que devoran las obras de los críticos de McGrath, pero no las de él. Pareciera que le tienen miedo...
Para ser tan "valientes" como dicen ser, no se arriesgan mucho, ¿no les parece? :-)
Para ser tan "valientes" como dicen ser, no se arriesgan mucho, ¿no les parece? :-)
Ver también:
¿Es la fe la causa de todos los males?
No podemos dejar que Dios cruce la puerta
El fin del reduccionismo
La fe de los ateos
Antony Flew y el ateísmo dogmático
El espejismo de Dawkins
Los dogmas de la Ciencia
El fundamentalismo, ateo o religioso, es una respuesta ante el miedo
Enlace externo:
"10 preguntas para los ateos materialistas" (Divulgación de la Ciencia).
Todas las entradas acerca del falso conflicto ciencia-fe, incluida ésta, aquí.
Más información en nuestra Bibliografía