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La ciencia pierde credibilidad cuando un postulado científico es enarbolado como ariete ideológico. Javier Yanes


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Tanto el fundamentalismo de corte ateo como el religioso o teísta son responsables de que buena parte de la población crea que "ciencia" y "Dios" son dos términos excluyentes e irreconciliables, hasta el punto de que mucha gente se siente forzada a elegir entre la una y el otro. En la red podemos hallar memes tan disparatados como éste:


ciencia contra religion


No es broma :-). Pueden encontrar esta viñeta en webs "serias" tanto ateas como religiosas instándonos a elegir entre ambos como si se tratara de elegir entre la vida y la muerte.


En nuestro sitio, desde su mismo inicio, hemos dejado clara nuestra postura a este respecto. Cuando dedicamos alguna entrada a indicar las limitaciones del método científico, no lo hacemos con la intención de desacreditar a la Ciencia (como nos reprochan nuestros críticos) ni mucho menos a los científicos. Nada más lejos de nuestra intención y lamentamos que lo entiendan así. Si señalamos esas deficiencias es simplemente porque, relativas a la Ciencia en su conjunto, estas fallas no lo son en absoluto, solo suponen una característica más de su particular metodología: la Ciencia se va "reinventando" a sí misma a cada paso, es normal que aparezcan cada vez más incógnitas por explicar y que, incluso, muchas queden para siempre en el misterio, no creo que nadie tenga ningún problema en aceptar esto. Pero, aplicadas y enfrentadas a la filosofía cientifista, esas deficiencias de las que hablamos son letales, la transitoriedad de los postulados científicos señalan el talón de Aquiles de una filosofía que pretende ofrecer respuestas "eternas" y "fijas" sobre el sentido de la vida, respuestas eternas cuyas raíces, paradójicamente, están encerradas en terreno inestable por ser siempre "provisional". Esto demuestra, una vez más, que ciencia y cientifismo no es lo mismo por mucho que los cientifistas insistan en hacernos creer lo contrario. Recordamos de nuevo que el cientifismo pretende que esta maravillosa herramienta que es la Ciencia es la ÚNICA que puede aportarnos respuestas útiles y "verdaderas" a las preguntas últimas sobre el Hombre y su destino y que, por tanto, solo a ella debemos acudir para elaborar códigos morales o éticos, desechando cualquier otra consideración "no científica".


Para ilustrar, otra vez, el modo en el que yo entiendo la Ciencia y su relación con Dios, voy a compartir con ustedes un breve relato que, supongo, les sonará:



"Una pequeña población estaba siendo azotada por una terrible tempestad que provocó una devastadora inundación. Todas las casas fueron anegadas y, dado lo accidentado del terreno y lo aislado del lugar, la ayuda tardaba en llegar. La situación era realmente desesperada. En el tejado de una de las casas se encontraba un hombre piadoso que, de rodillas, pedía al Cielo que le salvara de la crecida feroz del agua que se acercaba, peligrosamente hasta el lugar donde él se hallaba. Llevaba un rato rezando cuando, por fin, una lancha de Cruz Roja pasó por su lado y sus tripulantes le instaron a subir rápidamente:

-¡No se preocupen por mí! -gritó nuestro amigo a través del rugido de la lluvia-. ¡Aún hay muchas personas en los demás tejados y encaramadas a las copas de los árboles, vayan a buscarlas! ¡A mí me salvará Dios!

De nada sirvieron los ruegos de los cooperantes, el hombre no accedió a subir con ellos a la barca salvadora.

A lo largo de la tarde, dos embarcaciones más llegaron a la casa donde el hombre seguía orando con el agua ya por la cintura: una lancha de la Guardia Civil, otra del Ejército... No hubo manera humana de convencerle de que se dejara ayudar, la respuesta era siempre la misma: "Vayan a buscar a los demás, a mí me salvará Dios".

Llegó la noche y la fuerza de la crecida arrastró finalmente a nuestro hombrecito que, como cabía esperar, acabó ahogándose.

Como era un buen chico, su alma fue al Cielo. Estaba feliz de estar allí, pero no dejaba de intrigarle el hecho de que Dios no le ayudara a sobrevivir a la inundación, cuando se lo pidió con tanto fervor... "¿Qué pasó con el
'pedid y se os dará'?", se preguntaba algo enojado nuestro amigo. Decidió no quedarse eternamente con la duda y solicitó una explicación:

-Señor, ¿por qué no me rescataste de las aguas? -preguntó-. Yo Te lo pedí con fe, como Tú siempre nos enseñaste. Estaba seguro de que me salvarías.

-Y yo escuché tu oración -respondió Dios.

-Perdona, Señor, no me escuchaste. Y si me escuchaste, no hiciste nada. Yo esperaba que tus ángeles vinieran a salvarme, pero no lo hicieron. No me ayudaste.

-Sí te ayudé -insistió el Creador.

-Si me hubieras ayudado, no me habría ahogado -protestó nuestro amigo, ya algo picado.

-¿Quién crees que te envió las tres lanchas?"

😊


(Supongo que forma parte de la bondad de Dios permitir la existencia de una inmensa variedad de tipos humanos, incluido el de los tontos :-))


Bien, imaginen ahora a otro hombre piadoso que, encerrado en su cuarto, pide a Dios "conocimiento sobre el mundo observable", el único que, por definición, el hombre puede alcanzar. "Señor", implora nuestro nuevo protagonista, "dame conocimiento, quiero saber cómo se mueven los planetas por el firmamento, de qué están hechos los astros, de qué están hechos los anillos de Saturno, qué fuerza extraña mantiene inamovibles las elegantes órbitas de los cuerpos celestes, por qué el sol no se apaga, qué es y de dónde viene esa misteriosa sustancia que llamamos materia, cómo pudo surgir la vida de lo inerte, cómo se entretejió el recóndito ADN, de dónde procede la exquisita disciplina de la célula ... Cuéntamelo, háblame, Señor".


Supongamos que el buen amigo no es contestado del modo que él desea, es decir, por medio de, digamos, "iluminación espontánea". Supongamos que, al igual que el protagonista de la primera historia, nuestro amigo, en vez de molestarse en abrir él algún que otro libro, desea que lo que se abra sea el cielo y baje un ángel a cuchichearle respuestas al oído :-). La visita angelical, por supuesto, no tiene lugar y, del mismo modo que el ahogado por cabezota, nuestro curioso impenitente muere sin adquirir el conocimiento que tanto desea. En el Cielo ya lo sabe todo, menos la respuesta a la pregunta que más le intriga: ¿Por qué no fue contestada su oración?

A una servidora no le cuesta nada sospechar cuál sería la respuesta de Dios:


 "¿Y para qué crees que hice la Ciencia?"


  ***



Para el teísta aconfesional (y también para muchos religiosos) la Ciencia es un instrumento de Dios, una lancha salvadora :-), uno de los muchos relatos que, superpuesto a los otros, nos ayudan a componer una imagen siempre aproximada del plano del Creador. La Ciencia es de Dios, como lo es la Filosofía, la Lógica experimental, la Metafísica, la Matemática, la Teología o cualquier otra disciplina. Todo es Suyo, todo parte de Él y todo, incluidos nosotros, volveremos a Él, una vez hayamos interpretado las pistas que, desde cada ámbito del saber, va dejando caer a nuestro paso. Por eso, a los que así pensamos, imágenes como esta de abajo que tanto abundan en la red y que fuerzan una disyuntiva maniquea... 


dios y ciencia niño amputado

... no dejan de parecernos el fruto inocente de un delicioso candor. 

Ya que estábamos imaginando, imaginen también (la última vez, lo prometo) a uno de los empleados de una modernísima planta de montaje de automóviles, ataviado con su impoluto mono blanco y manejando con habilidad a esos asombrosos robots que encajan milimétricamente las piezas. Imaginen, digo, a este orgulloso trabajador espetando al ingeniero que fabricó las máquinas inteligentes que él controla:

-A diferencia de usted, señor ingeniero, yo puedo crear automóviles.



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Sí, nosotros siempre lo hemos tenido claro, desde el inicio, desde el mismo título de nuestro blog, que es también de todos ustedes y está a su servicio, sean ateos o creyentes:


¿Dios o la Ciencia? No, "Dios y la Ciencia".




Si lo desean, pueden leer los excelentes artículos de Javier Yanes, de uno de los cuales tomamos la cita de hoy, aquí. Eso sí, absténganse aficionados a las pseudociencias :-)
  
Tomamos de aquí la foto para el montaje que encabeza nuestra entrada de hoy. Si alguien considera que no debimos hacerlo, póngase en contacto con nosotros en la dirección de correo indicada en la sidebar y la eliminaremos. Gracias. 



Ver también:

El fundamentalismo científico, una forma de pseudociencia
Cuando la ciencia se vuelve ideología
La filosofía materialista es presentada como una conclusión científica
Ciencia y fe, la guerra imaginaria
Ciencia y fe se complementan
Los científicos no se oponen a la experiencia religiosa
La Ciencia y la Fe, juntas, hacia Dios
El biólogo Javier Sampedro, contra el fundamentalismo de Dawkins
¿La fe se ha opuesto a la Ciencia? (I)
¿La fe se ha opuesto a la Ciencia? (II)



Más citas con foto en nuestra galería.

Bibliografía.