¿Se le puede pedir a la gente del vértigo que se rebele? ¿Puede pedirse a los hombres y a las mujeres de mi país que se nieguen a pertenecer a este capitalismo salvaje si ellos mantienen a sus hijos, a sus padres? Si ellos cargan con esa responsabilidad, ¿cómo habrían de abandonar esa vida?
La situación ha cambiado tanto que debemos revalorar, detenidamente, qué entendemos por resistir. No puedo darles una respuesta. Si la tuviera saldría como el Ejercito de Salvación, o esos creyentes delirantes —quizá los únicos que verdaderamente creen en el testimonio— a proclamarlo en las esquinas, con la urgencia que nos ha de dar los pocos metros que nos separan de la catástrofe. Pero no, intuyo que es algo menos formidable, más pequeño, como la fe en un milagro lo que quiero transmitirles en esta carta. Algo que corresponde a la noche en que vivimos, apenas una vela, algo con qué esperar.
"Para quienes idealizan la ciencia, los científicos son el epítome de la objetividad: se alzan sobre las ilusiones y divisiones sectarias que afligen al resto de la humanidad. Las mentes científicas están liberadas de las limitaciones normales de los cuerpos, emociones y obligaciones sociales, y pueden viajar más allá del reino terrenal de los sentidos para observar la naturaleza desde fuera, despojada de cualidades subjetivas. Tienen un conocimiento matemático divino del vasto alcance del espacio y el tiempo, e incluso de innumerables universos más allá del nuestro. A diferencia de la religión, encerrada en interminables conflictos y disputas, la ciencia ofrece una verdadera comprensión de la naturaleza material, la única realidad que existe. Los científicos constituyen una casta sacerdotal superior a los sacerdotes de las religiones, que mantienen su prestigio y poder aprovechándose de la ignorancia y el temor humanos. Los científicos están en la vanguardia del progreso humano y llevan a la humanidad hacia adelante, a un mundo más brillante y mejor...
:-)
La mayoría de los científicos no son conscientes de los mitos, alegorías y supuestos que configuran su papel social y su poder político. Estas creencias son más implícitas que explícitas. Pero son tanto más poderosas cuanto más habituales son. Si son inconscientes, no pueden ser cuestionadas; y en la medida en que son colectivas, compartidas por la comunidad científica, no hay incentivos para cuestionarlas.
La filosofía materialista o 'punto de vista científico' no es una visión de la realidad objetiva e innegable. Es un sistema de creencias cuestionable suplantado por el propio desarrollo de las ciencias (...)
Entre los muchos científicos que he conocido, algunos son implacablemente ambiciosos, otros buenos y generosos; algunos son tediosamente pedantes, otros excitantemente especulativos; algunos son estrechos de miras, otros visionarios; algunos cobardes, otros valientes; algunos honestos, otros taimados; algunos originales, otros no. En otras palabras, son personas (¡cáspita! ¿en serio? :-)) Varían en la misma proporción en que varía el resto de la gente.
Al estudiar a los científicos en acción, los sociólogos de la ciencia han revelado que los científicos son como el resto de las personas. Están sometidos a fuerzas sociales y presiones de grupos paritarios, y necesitan aceptación, financiación, y, si es posible, influencia política. Su éxito no depende sólo del ingenio de sus teorías o de los hechos que descubren. Los hechos por sí mismos no hablan (todos sabemos que el mismo hecho puede ser interpretado de mil formas, una por cada observador). Para tener éxito, los científicos necesitan habilidades retóricas a fin de construir alianzas y granjearse el apoyo de los demás.
(Dicho con otras palabras: si usted ha solicitado una subvención para financiar su proyecto de investigación, lo último que se le ocurrirá será "caldear el ambiente" poniendo en duda un "dogma" consagrado. Aunque, a puerta cerrada, usted ponga en tela de juicio ese dogma -o lo ponga a parir directamente-, en público usted pasará dócilmente por el aro, aceptará el dogma sin rechistar para no levantar suspicacias contraproducentes, y, quizás, al final de su carrera, cuando ya no haya ningún peligro de que añadan su nombre a alguna temible lista negra de "pseudos" (o cuando ya le importe un bledo que lo hagan), entonces, y sólo entonces, saldrá del armario :-) Algo, por otra parte, perfectamente comprensible. Si me jugara tanto como se juegan los científicos disidentes del fisicalismo -mi credibilidad, mi prestigio, las subvenciones, la posibilidad de publicar en revistas especializadas, mi carrera, en fin-, yo actuaría sin dudar del mismo modo, y si la Ciencia se está perdiendo algo, no importa, con tal de que la maquinaria siga funcionando. Aquí no estamos denunciando que esto ocurra, aquí estamos denunciando que la gente NO sabe que esto ocurre, que en la imaginería popular, los científicos son seres intelectualmente uniformados que aceptan en bloque el paradigma vigente sin ponerlo jamás en duda, cuando no es así, cuando hay múltiples presiones de todo tipo para que ese paradigma sea aceptado).
Seguimos con Sheldrake:
El historiador de la ciencia Thomas Kuhn ha demostrado que la 'ciencia normal' se practica en el seno de un marco compartido de supuestos y prácticas acordadas, un paradigma. Los fenómenos que no se ajustan a él -anomalías- son rutinariamente desdeñados o descartados (sin que el resto de la gente tenga noticia de ello, claro). A menudo, los científicos son dogmáticos y prejuiciosos cuando afrontan ideas o evidencias que van en contra de sus creencias. Normalmente ignoran lo que no quieren afrontar. 'Hacer la vista gorda es la manera sensata de abordar ideas potencialmente problemáticas', observaron los sociólogos de la ciencia Harry Collins y Trevor Pinch. 'El sentido de un resultado experimental no depende sólo del cuidado con que fue diseñado y llevado a cabo, depende de lo que la gente está dispuesta a creer'.
En las controversias entre científicos rivales, los resultados experimentales rara vez son decisivos. Los hechos no hablan por sí mismos porque no hay acuerdo respecto a ellos. Quizá el método era erróneo, o el aparato defectuoso, o los datos se interpretan mal. Cuando se construye un nuevo consenso, estas controversias retroceden hasta el fondo, y los resultados 'correctos' se aceptan, lo que hace más fácil que resultados similares sean también correctos...
La determinación de las constantes fundamentales es un ejemplo. Cuando la velocidad de la luz, c, aumentó aparentemente en 20 kilómetros por segundo entre 1928 y 1945, los laboratorios de todo el mundo informaron de medidas cercanas al valor de consenso. Y cuando c volvió a subir, los laboratorios se acercaron bastante al nuevo consenso, como estaba previsto. ¿Cambió realmente la velocidad de la luz? Los datos así lo afirmaban. Pero, por razones teóricas no podía cambiar realmente, porque se cree que es una constante fundamental. Por tanto, los datos de consenso deben haber sido erróneos. Probablemente, los científicos descartaron mediciones que no se ajustaban y 'corrigieron' los datos restantes hasta que convergieron con el valor esperado como resultado del 'cierre de fase intelectual'.
Un comité internacional fijó la velocidad de la luz por definición en 1972, poniendo fin a las enojosas variaciones. Pero otras constantes han seguido variando, especialmente la constante de gravitación universal, G. ¿Realmente varía G? Los hechos no pueden hablar por sí mismos porque la mayoría de las mediciones no han sido publicadas. En los laboratorios particulares, los investigadores descartan los datos inconvenientes y llegan al valor final calculando la media de las mediciones seleccionadas. A continuación, un comité internacional de expertos selecciona, ajusta y calcula la media de los datos de diferentes laboratorios para llegar al 'mejor valor' internacionalmente reconocido de G. Los 'mejores valores' previos se guardan en los archivos de la ciencia, donde acumulan polvo.
Cualquiera que haya llevado a cabo una investigación científica sabe que los datos son inciertos, que en gran medida dependen del modo en que son interpretados, y que todos los métodos tienen limitaciones. Los científicos están acostumbrados a que sus datos e interpretaciones sean examinados y criticados por sus iguales. Suelen ser conscientes de las incertidumbres y limitaciones del conocimiento en su propio campo.
La ilusión de objetividad cobra fuerza con la distancia. Biólogos, psicólogos y científicos sociales son conocidos por su envidia a los físicos, a los que consideran más objetivos y precisos que sus propios y turbulentos campos, donde hay una excesiva incertidumbre. Desde el exterior, la metrología, la rama de la física encargada de las constantes fundamentales, parece un oasis de certidumbre. Pero los propios metrólogos no lo afirman así: les preocupa las variaciones entre mediciones, los argumentos sobre la fiabilidad de los diversos métodos y las controversias entre laboratorios. Alcanzan un mayor nivel de precisión que los científicos que estudian plantas, ratas o mentes, pero sus 'mejores valores' no dejan de ser datos de consenso a los que se ha llegado a través de un proceso de evaluación subjetiva.
Cuanto mayor sea la distancia, mayor es la ilusión. Quienes están más dispuestos a idealizar la objetividad de los científicos son personas que no saben casi nada de ciencia, personas para las que ésta se ha convertido en una especie de religión, su esperanza de salvación".
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Físico español
Catedrático de la Facultad de Física en la Universidad Complutense de Madrid donde ha ocupado también las cátedras de Mecánica Teórica, Física Teórica
En fin, volviendo al título del post, yo no llegaría tan lejos como para concluir que el Capitalismo es la única causa del materialismo actualmente imperante en casi todos los ámbitos de la sociedad, incluido, muy especialmente, el de la Ciencia, irradiando a su vez desde ella a todos los campos en un movimiento circular de retroalimentación. Aun así, no podemos negar que esta filosofía de "lo inmediato", de la potestad exclusiva de la materia sobre cualquier otra consideración, le viene de perlas al monstruoso cíclope capitalista.
El mensaje cientifista es claro: "Sólo existe lo que se puede obeservar y medir, sólo existe tu cuerpo, surgido del ciego azar, y esa masa gris, blandengue y pringosa que parece gobernarlo. Cuando ambos, cuerpo y cerebro, desaparezcan, tú, tu consciencia, tus recuerdos, tus ideas, tus afectos, tus vivencias, todo lo que eres, desaparecerá también, no hay nada más". Por lo tanto, "vive ahora, disfruta ahora, no pierdas un segundo: come, bebe hasta el shock etílico, sal de fiesta hasta que el cuerpo aguante, practica todo el sexo que puedas, viaja hasta la extenuación, goza sin medida ni horarios de todos los artefactos que la tecnología pone a tu alcance y aprovecha cada instante de tu vida, porque algún día bajará el telón..."
Feliz año a todos.