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Todos los párrafos aquí reproducidos son propiedad intelectual única y exclusivamente de sus autores. Siempre que sea posible se indicarán los títulos de los libros u otro tipo de publicaciones de donde fueron extraídos, así como el nombre y credenciales académicas de esos mismos autores. En algunos casos se proporciona al lector enlaces a librerías on line donde pueden adquirir sus obras. Aquí encontrarán una amplia bibliografía referente al debate ciencia-fe que incluye también todas las obras de divulgación consultadas en la progresiva elaboración del sitio. Sólo los textos escritos en caracteres grises son de mi autoría. Si desean reproducir éstos en otros blogs o páginas web, indiquen, por favor, el lugar del que proceden. Gracias.

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John Gray, otro filósofo ateo contra el Nuevo Ateísmo (una reflexión de bigotes :-))

el gran dictador charlie chaplin

"Estos escritores (Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Daniel Dennett, Martin Amis, Michel Onfray y Philip Pullman) pertenecen a una generación educada para pensar en la religión como un atavismo propio de un estadio anterior del desarrollo humano, algo destinado a desaparecer conforme avance el conocimiento. En el siglo XIX, cuando las revoluciones científica e industrial modificaban la sociedad a paso veloz, este podría haber sido un razonamiento sensato. Dawkins, Hitchens y todos los demás quizá crean aún que, a la larga, el avance de la ciencia arrojará a la religión a los márgenes de la vida humana, pero ahora mismo esto constituye un artículo de fe, antes que una teoría basada en la evidencia.

Gran parte de Europa es sin duda poscristiana. Sin embargo, nada sugiere que el distanciamiento de la religión sea irreversible, o que sea potencialmente universal...  La era secular fue, en todo caso, un tanto ilusoria. Los movimientos políticos de masas del siglo XX constituyeron vehículos para los mitos heredados de la religión, y no es accidental que esta reviva ahora que dichos movimientos se han desmoronado. La actual hostilidad hacia la religión es una respuesta ante este desenlace. La secularización está en retirada, y el resultado es la aparición de un ateísmo de tipo evangélico que no se había visto desde tiempos victorianos.

Como en el pasado, este es un tipo de ateísmo que emula la misma fe que rechaza... El ateísmo fervoroso reaviva algunos de los peores rasgos del cristianismo y del islam. Al igual que estas dos religiones, (el nuevo ateísmo) consiste en un proyecto de conversión universal. Los ateos evangélicos nunca ponen en duda que la vida humana podría transformarse si todos aceptaran su concepción de las cosas, y están seguros de que cierta forma de vida –la suya, adecuadamente embellecida– es la correcta para todos. A decir verdad, el ateísmo no tiene por qué ser un credo misionero de este tipo. Resulta totalmente lógico no tener creencias religiosas y aun así mostrarse afable ante la religión. Es curioso este humanismo que condena un impulso particularmente humano. Y, sin embargo, eso es lo que los ateos evangélicos hacen cuando satanizan la religión.

La idea de que la religión es una versión primitiva de la ciencia se popularizó a finales del siglo XIX con "La rama dorada / Magia y religión", el estudio de J.G. Frazer sobre los mitos de los pueblos primitivos. Para Frazer, la religión y el pensamiento mágico estaban estrechamente vinculados. Enraizados en el miedo y la ignorancia, ambos eran vestigios de la infancia humana que desaparecerían con el avance del conocimiento. El ateísmo de Dennett no es mucho más que una versión modernizada del positivismo de Frazer. Los positivistas creían que, con el desarrollo de los transportes y las comunicaciones, el pensamiento irracional acabaría por fenecer, junto con las religiones del pasado. Dennett cree casi lo mismo, sin que obste la historia del siglo pasado. En una entrevista que aparece en el sitio de internet de la Fundación Edge (edge.org) bajo el título “La evaporación de la poderosa mística de la religión”, Dennett predice que “en unos 25 años casi todas las religiones habrán evolucionado y se habrán convertido en fenómenos muy diferentes, tanto así que en casi todas partes la religión ya no se impondrá como lo hace hoy” (exactamente lo mismo se pensaba a principios del siglo XX, ver al final del post la cita de A. F. Rañada). Dennett confía en que esto acontecerá, según nos dice, básicamente debido a “la diseminación mundial de la tecnología de la información (no sólo internet sino los teléfonos móviles y las televisiones y radios portátiles)”. El filósofo, evidentemente, no ha reflexionado sobre la ubicuidad de los teléfonos móviles entre los talibanes, o sobre el surgimiento de un Al Qaeda virtual en la red. 


 (Y, sin ponerse tan trágicos, también debemos añadir, aunque sea obvio, que estos avances tecnológicos que ayudarán a propagar las ideas ateas son también usados por los teístas para propagar las suyas... "Dios y la Ciencia" y sus, hasta el momento, 240.000 visitantes, es un humilde ejemplo de ello :-)).

Dawkins reconoce que, puesto que los humanos tienen una tendencia universal a la fe religiosa, esta debe haber tenido cierta ventaja evolutiva, pero hoy, dice, esa fe se perpetúa principalmente a través de una educación deficiente. Desde un punto de vista darwiniano, el papel crucial que Dawkins otorga a la educación resulta desconcertante. La biología humana no ha cambiado mucho en el transcurso de la historia conocida y, si la religión es inherente a la especie, resulta difícil imaginar de qué manera podría incidir sobre ello un tipo diferente de educación. Sin embargo, Dawkins parece estar convencido de que si no se inculcara en las escuelas y las familias, la religión moriría. Es esta una opinión que tiene más en común con cierto tipo de teología fundamentalista que con la teoría darwiniana, y no puedo sino recordar a aquel cristiano evangélico que me aseguró que los niños criados en un ambiente casto crecerían sin pulsiones sexuales ilícitas. 

 (Claro, si metes a un crío en una urna opaca y no le permites ver ni catar nunca una de esas chucherías que tanto gustan a los pequeños, seguramente crecerá sin el deseo de comer dulces... Pero es que, como el mismo Dawkins admite a regañadientes, la religión supone una "ventaja evolutiva", es decir, que esta "chuchería" que él no quiere que forme parte de su educación, no está fuera de la urna, sino dentro del niño. Para librarlo de la inclinación religiosa, el pobre chaval, más que una urna, necesitaría una lobotomía. No se lo aconsejo :-)).

Dawkins compara la religión con un virus: las ideas religiosas son “memes” que infectan las mentes vulnerables, especialmente las de los niños. Estas metáforas biológicas podrían tener su utilidad; por ejemplo, las mentes de los ateos evangelistas parecerían particularmente propensas a la infección de los “memes” religiosos. No obstante, las analogías de este tipo rebosan peligro. Dawkins habla mucho sobre la opresión que la religión ha ejercido, algo bastante real. El autor le presta menos atención, empero, al hecho de que algunas de las peores atrocidades de los tiempos modernos fueran cometidas por regímenes que afirmaban contar con la sanción científica para sus crímenes... La ciencia es tan susceptible de ser utilizada para propósitos inhumanos como lo es cualquier otra institución humana. De hecho, dada la enorme autoridad de la que goza la ciencia, el riesgo de que sea utilizada de tal manera es aún mayor.

Los adversarios contemporáneos de la religión muestran una notoria falta de interés por el registro histórico de los regímenes ateos. En 'El fin de la fe. Religión, terror y el futuro de la razón', el escritor estadounidense Sam Harris afirma que la religión ha sido la principal fuente de violencia y opresión a lo largo de la historia. Harris reconoce que los déspotas seculares como Stalin y Mao infligieron terror en gran escala, pero sostiene que la opresión ejercida por ellos no tenía relación alguna con su ideología del “ateísmo científico”; el problema con sus regímenes estribaba en que eran tiranías. Pero ¿acaso no existiría una conexión entre el intento de erradicar la religión y la pérdida de la libertad? Es poco probable que Mao –quien lanzara su ataque contra el pueblo y la cultura del Tíbet bajo el eslogan “la religión es veneno”– hubiera concedido que su visión atea del mundo no tenía relación con sus políticas.


 (Es inútil, si citas este dato a los nuevos ateos jamás reconocerán que Mao mataba a los religiosos porque era comunista y, por tanto, ateo. No, según su particular modo de entender la Historia, los tiranos comunistas solo mataban porque eran "malas personas", no porque fueran ateos, y pueden ustedes darse con un canto en los dientes si, para defender su argumento, nuestros amigos ateos no hacen alusión a los bigotes de Hitler y Stalin:  

«Hitler y Stalin tenían bigote, pero no decimos que fueron sus bigotes los que les hicieron malvados».

 Jueguen conmigo :-), adivinen qué treta retórica usó en esta célebre frase nuestro mago de las falacias, el profesor Richard Dawkins. La solución al final del post ;-)). 


 Es cierto que se le veneraba (a Mao) como una figura casi divina, como a Stalin en la Unión Soviética. Pero al desarrollar estos cultos... estaban demostrando lo que sucede cuando el ateísmo se convierte en un proyecto político. Invariablemente, el resultado es un sustituto de la religión que sólo puede mantenerse por medios tiránicos.

Dawkins desestima cualquier insinuación de que los crímenes de guerra nazis pudieran estar vinculados con el ateísmo. “Lo que importa”, dice en El espejismo de Dios, “no es si Hitler y Stalin eran ateos sino si el ateísmo ejerce una influencia sistemática que conduce a la gente a hacer cosas malignas. No existe la menor evidencia de que sea así”.  Este es un razonamiento cándido. Hitler, que siempre fue un partidario entusiasta de la ciencia, se sintió muy impresionado por el darwinismo vulgarizado... fue la creencia nazi en la raza como una categoría científica lo que abrió paso a un crimen sin parangón en la historia. La visión del mundo de Hitler era la de mucha gente con escasa educación en la Europa de entreguerras: una mezcolanza de ciencia espuria y recelo contra la religión. No cabe duda de que este fue un tipo de ateísmo y que contribuyó a que los crímenes nazis fueran posibles.

... Los críticos contemporáneos de la religión exigen mucho más que la desvinculación del Estado y la Iglesia. Está claro que quieren eliminar toda huella religiosa de las instituciones públicas. Lo que resulta extraño es que muchos de los conceptos que Harris despliega, incluida la idea misma de la religión, han sido moldeados por el monoteísmo. Detrás del fundamentalismo secular yace una concepción de la historia que deriva de la religión.

La creencia en que la historia es un proceso direccional está tan basada en la fe como cualquier otra cosa en el catequismo cristiano. Los pensadores seculares como Grayling rechazan la idea de la providencia, pero siguen pensando que la humanidad avanza hacia un objetivo universal: una civilización fundada en la ciencia que a la larga incluirá a la especie entera. 

El problema con la narrativa secular no radica en el supuesto de que el progreso es inevitable (en muchas versiones, no existe este supuesto). El problema radica en creer que el tipo de avance que se ha logrado en la ciencia puede ser reproducido en la ética y la política. De hecho, aunque el conocimiento científico aumente por acumulación, nada parecido sucede en la sociedad... La gente vive más y se mata entre sí en mayor número. El conocimiento aumenta, pero los seres humanos permanecen iguales.

Los ateos evangélicos se han asumido como defensores de los valores liberales, rara vez investigan de dónde provienen dichos valores y nunca aceptan que la religión pudo haber contribuido a su gestación... En la medida en que busca la conversión universal, el ateísmo evangélico está del lado del cristianismo y del islam.

El islamismo... está muy lejos de representar un peligro de la magnitud de aquellos superados durante el siglo XX. Corea del Norte, que sobrepasa por mucho a cualquier régimen islamista en su historial de represión y que claramente posee algún tipo de capacidad nuclear, representa una amenaza mucho mayor. Los ateos evangélicos rara vez la mencionan. Hitchens constituye una excepción, pero cuando describe su visita al país, sólo es para concluir que el régimen encarna “una forma degradada y, sin embargo, refinada, del confucionismo y el culto a los ancestros”. Como en el caso de Rusia y China, la noble filosofía humanista del marxismoleninismo es inocente de toda responsabilidad.

La religión no se ha ido. Reprimirla es como reprimir el sexo: una empresa fallida... El intento de erradicar la religión sólo conduce a su reaparición en formas grotescas y degradadas. Una creencia ingenua en la revolución mundial, la democracia universal o los poderes ocultos de los teléfonos móviles es más ofensiva para la razón que los misterios de la religión, y tendrá menos probabilidades de sobrevivir en los próximos años. El poeta victoriano Matthew Arnold escribió sobre los creyentes que quedan inermes cuando la marea de la fe se repliega. Hoy la fe secular se está replegando, y son los apóstoles del descreimiento los que han quedado varados en la costa".

(Incisos en gris añadidos)

Filósofo y teórico político inglés



Nos hemos limitado a extraer y comentar unos párrafos, pero no se pierdan el artículo completo, no tiene desperdicio. Pueden leerlo aquí.


***


"La desaparición de la religión se profetizó para principios del siglo XX, pero sigue viva bajo formas variadas, admirables unas, lamentables otras. La religiosidad está renaciendo".

Antonio Fernández-Rañada
Físico español
Catedrático de la Facultad de Física 
de la Universidad Complutense de Madrid 


¿Adivinaron qué falacia usó Richard Dawkins en su paralelismo de los bigotes? :-) Claro que sí: la falsa analogía. La comparación no es válida porque un bigote es una particularidad física, un adorno superfluo, algo que en ningún caso se puede equiparar a una ideología, aunque sea cierto que muchos jóvenes usan ideologías "de moda" para adornar y reafirmar su personalidad, pero esa es otra historia.

Por muy "extremo" que sea el bigote en cuestión :-), es difícil imaginar que su dueño lo use como excusa o motor de arranque para iniciar un genocidio. En cambio, una idea, cualquier idea, política, filosófica o religiosa, llevada a su extremo, puede convertir a un hombre en una bestia inhumana, inmune a la compasión. Y esto no es necesario que lo imaginemos, todos conocemos ejemplos estremecedores, lo estamos viendo todos los días y la Historia está llena de datos escalofriantes al respecto. Por tanto, desde el momento que comprendemos que ambos elementos de la analogía bigote=ateísmo no son equiparables, la podemos considerar nula, así como al argumento completo.

Lo que intentaba Dawkins con esta estrategia tan burda era, ni más ni menos, que desvincular el ateísmo de los asesinatos cometidos por regímenes comunistas en un intento de presentarlo inmaculado, limpio de sangre, por oposición a la religión, que, en cambio, presenta teñida de rojo hasta la copa (de hecho, para él, el fenómeno religioso no supone más que eso: sangre)... Pero me temo que esto es insostenible, a menos que ignores por completo la Historia y la filosofía marxista que dio origen y abono a los movimientos comunistas del siglo XX.  El ateísmo forma parte indisoluble de la doctrina marxista, como el ecologismo forma parte de la doctrina de los animalistas. Es un lote, no es posible separarlos. Un régimen comunista es, por su naturaleza, un régimen ateo.

Se da la curiosa circunstancia de que los mismos que repiten por toda la red, como un mantra instigador, la famosa frase adoptada por Marx, "la religión es el opio del pueblo", esos mismos que enarbolan la sentencia como santo y seña de su revolución social y anticlerical, tratan al mismo tiempo de liberar al ateísmo de la rémora de crímenes que también arrastra, mientras nos intentan hacer creer que el asesinato de millones de creyentes por parte de líderes comunistas ateos fue producto de la mente perturbada de esos líderes, no de sus ideas respecto a la religión.

Por supuesto, no todos los ateos son comunistas (Richard Dawkins tiene demasiados caudales para permitirse excentricidades  :-)), pero la mayoría de los comunistas sí son ateos.

Por cierto, no me resisto a añadir una gansada para acabar: ¿tan pobre concepto tiene mister Dawkins del ferviente ateísmo que profesa, que equipara esta noble ideología con... un mostacho? 

 Con todo lo que el ateísmo ha hecho por él... Qué desagradecido.
;-)

bigote



Ver también:

Los medios ofrecen una imagen distorsionada del debate ciencia-fe
Las falacias de Christopher Hitchens
La fe de los ateos
Dawkins el predicador, o la razón irrazonable
La maravillosa atracción del ateísmo
Cinismo y ateísmo, la rigurosa impostura


Todas las entradas que aluden a Richard Dawkins, incluida esta, aquí.

Todas las entradas que aluden a Daniel Dennett, incluida esta, aquí.

Si te gustan las citas con foto, pásate por aquí.

Más información en nuestra Bibliografía.


Imagen de cabecera: Charlie Chaplin en "El gran dictador" (1940).

Verghese y Falkenburg versus Daniel Dennett. El problema de la consciencia (I).

cerebro


"Hoy existe una creciente conciencia de la consciencia.

Somos conscientes, y somos conscientes de que somos conscientes. Nadie puede negar esto sin incurrir en autocontradicción, aunque algunos insisten en hacerlo. El problema se hace insoluble cuando entendemos la naturaleza de las neuronas. En primer lugar, las neuronas no tienen ningún parecido con nuestra vida consciente. En segundo lugar, y más importante, sus propiedades físicas no dan ninguna razón para creer que puedan producir consciencia. La consciencia está asociada a ciertas regiones del cerebro, pero cuando los mismos sistemas de neuronas están presentes en el tronco encefálico, no hay ninguna 'producción' de consciencia (de hecho, sabemos que hay millones de neuronas trabajando en otras partes de nuestro cuerpo donde no 'producen' consciencia). En realidad, como señala el físico Gerald Schroeder, no hay ninguna diferencia entre los constituyentes físicos últimos de un montón de arena y los del cerebro de Einstein.

Aunque los estudios mente-cuerpo más aceptados reconocen la realidad y el misterio de la consciencia, Daniel Dennett es uno de los pocos filósofos que siguen resistiéndose a lo obvio. Dice que la cuestión de si algo es 'realmente consciente' carece de interés, o que no es resoluble, y afirma que las máquinas pueden llegar a ser conscientes porque nosotros mismos somos máquinas conscientes.

El funcionalismo -la explicación de Dennett para la consciencia- sostiene que no debería preocuparnos en qué consisten realmente los llamados fenómenos mentales. Más bien, debemos investigar las funciones desarrolladas por esos fenómenos. El dolor es algo que da lugar a una reacción de huida o evitación; un pensamiento es un ejercicio de resolución de problemas. Ninguno de los dos debe ser interpretado como un acontecimiento íntimo que tiene lugar en un entorno privado. Lo mismo cabría decir de todos los demás fenómenos supuestamente mentales. Ser consciente significa realizar tales funciones. Como estas funciones pueden ser imitadas por sistemas no vivos (por ejemplo, un ordenador puede resolver problemas), no hay nada misterioso en la 'consciencia'. Y, ciertamente, -asegura Dennett- no hay ninguna razón para ir más allá de lo físico.

Pero, de lo que no da cuenta esta teoría es del hecho de que todas las acciones mentales van acompañadas de estados mentales, estados en los que somos conscientes de lo que estamos haciendo (dicho de otro modo, si fuéramos solo "materia", una especie de "máquina" formada por "piezas" más pequeñas, algo así como una computadora asombrosamente sofisticada, según pretenden los ateos, no habría ninguna razón física para que seamos conscientes de lo que somos y de lo que hacemos, experimentamos y pensamos; no existiría la denominada "perspectiva interna", la perspectiva de la primera persona). El funcionalismo en modo alguno explica o pretende explicar el estado de 'ser conscientes de', de saber sobre qué estamos pensando (los ordenadores no 'saben' lo que están haciendo). Menos aún consigue decirnos quién es el sujeto consciente, el sujeto pensante. Dennett, divertidamente, dice que el fundamento de su filosofía es el 'absolutismo de la tercera persona', lo que equivale a afirmar 'yo no creo en el yo'

 (O sea, Dennett cree que su 'yo' no existe, a pesar de las abrumadoras 'evidencias' en contra de esta creencia, como, por ejemplo, el hecho incontrovertible de que es su "yo" quien está afirmando que su yo no existe. ¿Me lo parece a mí o esto es negacionismo? :-) Imagínense que yo negara la existencia de mi 'yo', es decir, imaginen que concedo que sí existe esta armazón física que contiene mi pensamiento y voluntad, que existe obviamente todo lo que se puede medir y pesar como, por ejemplo, mi cerebro; pero mi yo individual, mi más íntima identidad personal, la entidad que piensa y escribe este texto que están leyendo, carece de realidad, es sólo una ilusión, es un simple "residuo' de mi actividad cerebral sin mayor importancia... ¿Entienden ahora por qué a Verghese le divierte la postura de Dennett?: Dennett cree que Dennett no existe. Volveremos sobre este punto en próximas entradas).

De manera interesante, algunos de los críticos más acerbos de Dennett y el funcionalismo son fisicalistas: David Papineau, John Searle, y otros. John Searle es especialmente terminante: 'no creo que quien se sienta tentado por el funcionalismo necesite refutación: más bien necesita ayuda' (J. Searle en su obra 'The Rediscovery of the Mind').

En contraste con Dennett, Sam Harris ha defendido ardorosamente la realidad suprafísica de la consciencia (lo que no deja de ser una actitud curiosa en un activista ateo :-)). 'El problema -dice Harris-, sin embargo, es que nada en el cerebro, cuando es estudiado como un sistema físico, declara ser portador de esa peculiar dimensión interior que cada uno de nosotros experimenta, en su propio caso, como consciencia'. El resultado es sorprendente: 'La consciencia podría ser un fenómeno mucho más elemental de lo que son los seres vivos y sus cerebros. Y no parece haber ninguna forma obvia de descartar dicha tesis experimentalmente' (Sam Harris en "El fin de la fe", 2004).

(Lewis) Wolpert evita todo el asunto de la consciencia: 'He soslayado deliberadamente cualquier discusión sobre la consciencia' dice. (Wolpert en 'Six impossible things before breakfast').

El dato más importante, pues, que pasan por alto los nuevos ateos es el más obvio: ellos mismos. La realidad radical físico-suprafísica que conocemos por experiencia propia es el sujeto mismo de la experiencia, es decir, nosotros mismos. Una vez que admitimos el hecho de que hay una 'perspectiva en primera persona', un 'yo', un 'mi', un 'mío', etc., nos encontramos ante el mayor y el más estimulante de los misterios. Yo existo. Invirtiendo a Descartes: 'yo soy, por tanto, yo pienso, percibo, deseo, interactúo'. ¿Quién es ese 'yo'? ¿Dónde está? ¿Cómo llegó a existir? Nuestro 'yo' no es, obviamente, algo solamente físico, de la misma manera que no es algo solo suprafísico... 'Tú' no estás en una célula específica de tu cuerpo o en alguna parte de tu cuerpo. Las células de mi cuerpo cambian constantemente y, sin embargo, 'yo' sigo siendo el mismo...

Verdaderamente, el yo es, de entre todas las verdades que nos son accesibles, al mismo tiempo la más obvia e inexpugnable y la más letal para todas las formas de fisicalismo. Para empezar, debe decirse que la negación del 'yo' no puede ser mantenida sin contradicción. A la pregunta '¿cómo sé que existo?', un profesor dio la célebre réplica '¿y quién está preguntando?' 

El yo es lo que somos, y no lo que tenemos. De él surge nuestra 'perspectiva en primera persona'. No podemos analizar el yo porque no es un estado mental que pueda ser observado o descrito.

La realidad más fundamental de entre todas las que somos conscientes es, por tanto, el yo humano, y una adecuada comprensión del yo inevitablemente arroja cierta luz sobre todas las cuestiones relacionadas con los orígenes y proporciona sentido a la realidad como un todo. Nos damos cuenta de que el yo no puede ser descrito, menos aún explicado, en términos físicos o químicos: la Ciencia no descubre al yo, es el yo el que descubre a la Ciencia".

Abraham Verghese
Médico, escritor y divulgador científico
Profesor de Teoría y Práctica de la Medicina en la
Stanford University School of Medicine



***



“La experiencia de un yo unitario, del sujeto o de la autoconsciencia es un fenómeno precientífico que en la investigación del cerebro hasta ahora no se deja reproducir mediante una explicación científica. En su lugar, se divide mediante el análisis neurológico en muchas componentes de las que se ha probado que pueden actuar independientemente las unas de las otras en el caso de enfermedades mentales. Ahora bien, ¿se sigue ya de ahí que el sujeto no es más que un conjunto suelto de dispares estados o componentes de consciencia? ¿Un engaño, una ilusión? (Esta sería la tesis de Dennett).

Esta conclusión se basa en un fallo de razonamiento. La teoría del sujeto como conjunto es atomista, según ella la consciencia se constituye a partir de componentes independientes. El fallo en el razonamiento criticado aquí es una falacia atomística o mereológica. La mereología es la doctrina del todo y sus partes, y la falacia consiste en aplicar la representación de un todo corporal constituido de partes separables a fenómenos mentales. Tal representación ya es bastante engañosa en la física atómica y de partículas, como enseña la teoría cuántica. En la investigación del cerebro nos sitúa decididamente en la cuerda floja… ¿Quién une los fenómenos mentales… si no es el propio sujeto? Y si no los une nadie, entonces ¿por qué no se disgregan?

O, preguntado de otro modo: ¿Por qué no se encuentra nuestra consciencia siempre disociada, en vez de que le falte la unidad sólo en el caso de determinadas enfermedades neurológicas (o traumatismos cerebrales)?”

Brigitte Falkenburg
Filósofa de la Ciencia, conferenciante, escritora alemana
Diplomada en física por la Universidad Técnica de Berlín
Experta en filosofía de la Física, es profesora en la Universidad Técnica de Dortmund



*** 



"Imaginemos que haya una máquina cuya estructura la haga pensar, sentir y tener percepción; podemos concebirla agrandada, conservando las mismas proporciones, de tal manera que podamos entrar en ella como en un molino. Esto supuesto, si la inspeccionamos por dentro, no hallaremos más que piezas que se impelen unas a otras, pero nunca nada que pueda explicar una percepción".

 Gottfried Leibniz
Filósofo, lógico, matemático, jurista y político alemán
Fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII
Considerado el "último genio universal"

(Aludimos a Leibniz también aquí)



***



"Ni Steve Pinker ni yo podemos explicar la consciencia subjetiva humana, lo que los filósofos llaman qualia'. En 'Cómo funciona la mente', Steve plantea elegantemente el problema de la consciencia y pregunta de dónde viene y cuál es su explicación. Y, a continuación, tiene la honradez de decir: 'es algo que me supera'. Es honrado reconocer eso, y yo digo lo mismo. No lo sabemos. No lo entendemos".

Richard Dawkins
Zoólogo británico y divulgador
Universidad de Oxford
Activista ateo, autor de "El espejismo de Dios"





Y nunca lo entenderán mientras las investigaciones continuen constreñidas a la mordaza del actual paradigma fisicalista:


"Los artículos y libros de divulgación actuales en el ámbito de las neurociencias tienden a presentar estas disciplinas desde una perspectiva materialista. Esto quiere decir que los datos son interpretados de modo tal que parece inevitable extraer la conclusión de que lo mental no es más que un producto subordinado de lo material; o bien no es más que lo material, visto desde otro ángulo.


La lectura materialista de los datos neurocientíficos recopilados hasta ahora no es la única posible, y ni siquiera es la menos problemática. Los datos empíricos concretos pueden ser incorporados de manera natural (insistimos siempre, sin 'reajustar' ni tratar de "retorcer" nada, sin quitarles ni añadirles una coma a esos datos) a un planteamiento teísta, con sólo separarlos de las adherencias ideológicas que los envuelven. Y el resultado que se obtiene es una visión de las relaciones entre lo mental y lo cerebral que no presenta las graves aporías del planteamiento materialista...


En última instancia la cuestión se reduciría a lo siguiente:


Hay una lectura teísta, y hay otra lectura materialista de los mismos datos científicos. Pero la lectura materialista, en lugar de ser reconocida como lo que es, es decir, como una interpretación filosófica de los hallazgos de las disciplinas particulares, se presenta actualmente amalgamada de tal manera con esos hallazgos, que parece una parte de ellos o una consecuencia inevitable de los mismos. Y justo eso es lo que convierte en mito inaccesible a la crítica lo que en realidad debería ser una aproximación filosófica (una más) sometida a ella".

Francisco J. Soler Gil
Filósofo de la Física
Doctor en Filosofía por la Universidad de Bremen 
Miembro del grupo de investigación de filosofía de la física en dicha universidad
Autor de "Mitología materialista de la Ciencia", Ediciones Encuentro, 2013


Paréntesis en gris añadidos.


*** 


"El día en que la ciencia comience a estudiar fenómenos no físicos, logrará más progreso en una década que en todos sus siglos previos de existencia"

Físico, ingeniero mecánico, ingeniero eléctrico e inventor de origen serbio
nacionalizado estadouniense






Ver también:

Thomas Nagel, el honesto ateo
Arthur Eddington y la consciencia 
La ciencia y la consciencia 
"Dios no puede existir"
"No podemos dejar que Dios cruce la puerta"


Enlaces externos:

Consideraciones en torno a los experimentos de Benjamin Libet (Universidad de Navarra)

"Inside out" o la ilusión de la libertad (Divulgación de la Ciencia)


El orden en la naturaleza no es "ilusorio". La proporción áurea

vitruvio

Aunque ya hablamos brevemente en esta otra entrada sobre la posibilidad o no de que el orden del universo y la naturaleza sean sólo "aparentes", ampliamos el tema hoy por ser éste un argumento recurrente en el debate Ciencia-Fe. 

Es curioso que, cada vez que los creyentes invocamos ese orden, claramente observable en todo cuanto nos rodea y en nosotros mismos, como una posible prueba de una inteligencia primordial, los ateos insisten en que ese orden en realidad "no existe", que "sólo nos parece que existe" porque "deseamos verlo así" (??). Y es curioso, sobre todo, porque, al postular que ese "orden aparente" es sólo caos mal interpretado, deben aceptar también que sus cerebros, esos mismos que les están indicando que el orden es sólo aparente, están gobernados también por el caos, pues esto es lo único que el azar puede producir. Aquí se da una curiosa paradoja, una contradicción que no todos los ateos consiguen captar cuando intentamos explicársela: para sostener con tanta rotundidad que el mundo natural es un producto caótico del azar ciego, deben sostener también, como una derivación lógica, que esta conclusión suya tiene muchas posibilidades de ser errónea, puesto que esta conclusión es un producto de sus cerebros, a su vez productos arbitrarios del azar. En otras palabras, cuando los ateos atribuyen esa infalibilidad a sus procesos mentales están, en realidad, alimentando una fe irracional (tan irracional o más que la que reprochan a los teístas :-)) en que sus cerebros están excluidos de la arbitrariedad general del mundo.

John F. Haught explica mejor que yo esta paradoja en los siguientes párrafos:


(Sam) Harris (neurocientífico y escritor americano ateo, autor de "El fin de la fe") pone una enorme confianza en su propio poder de razonamiento... Hace un tácito acto de fe en su propia inteligencia crítica. Pero nunca nos ofrece una buena razón de por qué deberíamos confiar en que su mente le conducirá -y nos conducirá- a la verdad. En otras palabras, Harris jamás justifica su desmesurada arrogancia cognitiva. Sencillamente cree a ciegas en la superior capacidad de su mente para encontrar la verdad con una facilidad y una certeza inalcanzables para las personas mal orientadas por la fe religiosa. Si quiere ser para nosotros un guía fiable, ha de confiar en que su mente es capaz de ponernos en contacto con el mundo real. Pero, ¿por qué habría de confiar en su mente, dada sobre todo la visión del mundo natural a partir del cual, según se afirma, ha evolucionado la mente humana, la de Harris igual que la de cada uno de nosotros?.. Si la evolución es el (único) factor causal último involucrado en la formación de la mente humana, lo normal sería que desconfiáramos de nuestra actividad cognitiva. Puesto que es entendida como un proceso desprovisto de sentido y propósito, ¿por qué confía el naturalista científico en que la evolución sea eficiente en algo distinto de las adaptaciones? Para justificar nuestra confianza cognitiva es necesario que, aparte de la evolución, algo más opere en el gradual surgimiento de la mente en el curso de la historia natural. Pues, si nuestras mentes no son más que el resultado accidental de un proceso evolutivo sin sentido ni propósito, ¿por qué deberíamos confiar en ellas?

Ninguna interpretación puramente naturalista ofrece razones suficientes para confiar en nuestras mentes.

Una explicación darwinista de las facultades críticas de la mente no es suficiente para fundamentar la confianza que depositamos en nuestros poderes cognitivos. El propio Darwin estaría de acuerdo con esta observación"



Así es, Charles Darwin lo expresaba de este modo en una carta dirigida a W. Graham, fechada el 3 de julio de 1881:

"De continuo surge en mí la horrenda duda de si las convicciones de la mente humana, que se ha desarrollado a partir de la mente de animales inferiores, tienen algún valor, si son verdaderamente dignas de confianza. ¿Confiaría alguien en las convicciones de la mente de un mono, suponiendo que una mente así pueda albergar algún tipo de convicción?"


Evidentemente, Darwin sí había captado la paradoja :-)


El único modo posible de apuntalar esta tesis de que el orden natural es "ilusorio" es sostener que el mundo, la naturaleza, el universo todo, podría haber sido distinto, que antes del comienzo había un sin fin de posibilidades y que nuestro "error", el error de los teístas, es contemplar el mundo desde la perspectiva equivocada (la perspectiva acertada es la del ateo, claro :-)) Observamos el mundo, dicen, desde del "diseño acabado", por eso nos parece "ordenado". No entendemos, continúan los escépticos, que ese diseño no es tal porque la evolución, tanto cosmológica como biológica, podría haber transcurrido siguiendo cualquier otro cauce que el que tomó. Unos cauces -siempre, por supuesto, erráticos y arbitrarios- "podrían" haber llevado a un buen fin y otros no. Eso, nos conceden nuestros ateos, nunca lo sabremos, pero sí sabemos que tuvimos una gran suerte ya que el cauce elegido caprichosamente por la evolución funcionó y dio origen a la vida organizada y, en última instancia, a la aparición del ser humano y su prodigioso cerebro.

Suertudos que somos :-)

El problema cuando se postula un "podría haber sido", es que apelamos a un escenario virtual no verificable que, además, excluye el escenario real desde el cual hacemos esa apelación. El "podría haber sido" es un comodín útil para salir del paso si tu oponente en el debate te empieza a acorralar, pero carente de un valor argumental real, pues sostiene como una opción válida lo que es sólo una afirmación indemostrable. Se trata, pues, de una falacia, de la misma categoría que esas de las que suelen acusar los ateos a los creyentes. El "podría haber sido" es un condicional, estamos elucubrando desde el momento presente sobre un pasado que no llegó a ser precisamente porque, si ese pasado hubiera sido, no habría sido nuestro presente. Por eso, detrás de las palabras "podría haber sido" puedes añadir lo que gustes, tenga o no sentido, sea o no una estulticia, y no habrá manera de refutarlo. Un chiste muy viejo cuenta cómo un anciano le confiesa a un amigo: "Yo podría haberme casado con Sofía Loren", el otro contesta escéptico, "sí, claro", "te lo digo en serio", insiste el primero, "estuve a punto: yo le pedí que se casara conmigo y ella me dijo que no" :-). 

Yo "podría haber sido" gobernadora de Atlanta :-), pues sí, claro que sí, "podría", y "podría" haber nacido en Katmandú y la vida "podría" estar basada en el bismuto en lugar del carbono. ¿Quién puede demostrar lo contrario? Pero me temo que, si alguien esgrime el argumento de la no falsabilidad para anular la hipótesis Dios, no sería muy honesto por su parte esconder ese mismo argumento en el fondo del cajón cuando se trata de aplicarlo a la falsabilidad de su propia hipótesis.

La naturaleza es como es actualmente y es de aquí de donde debemos partir, al menos, eso es lo que nos aconsejan los mismos ateos :-) que prestemos atención sólo a lo verificable. Pues lo verificable es que, actualmente, el mundo natural es una gigantesca, variadísima y asombrosa maquinaria perfectamente eficaz. Lo verificable es que en el cosmos existe un orden visible. Un orden real, objetivo, medible, no ilusorio o aparente. Si no existiera este orden, como afirma el físico Paul Davies en el primer enlace que ofrecemos en esta entrada, "la Ciencia quedaría reducida a una farsa sin contenido", puesto que toda ella basa su formidable andamiaje en la robusta realidad de ese orden. Si no hubiera orden en la naturaleza, las matemáticas, concebidas para describirlo, serían imposibles y, sin matemáticas, no habría Ciencia.

Azar es sinónimo de caos y el caos, por definición, no sigue normas o rígidas pautas, propias o ajenas, no elabora patrones ni dicta leyes inamovibles. Ni en uno ni en un millón de años. El ateo, leal como nadie a su compromiso con el materialismo, puede declarar si lo desea que el azar es el único autor de todo lo que vemos, pero afirmando esto, se verá abocado a admitir que ese azar, en el que confía tan ciegamente, y al que cree capaz de realizar -como escribió el biólogo Javier Sampedro- "escalofriantes contorsiones", no es el azar cotidiano que experimenta a diario y al que, como mucho, nuestro ateo sólo confiaría su deseo de que le toque la lotería :-). El azar en el que cree el ateo, no es el azar que opera en la naturaleza. El azar que opera en la naturaleza no es estéril ni errático, es un "azar" anómalo, excepcional, que escribe sus designios sobre papel pautado y los ejecuta en la naturaleza con una precisión matemática. En tres palabras: no es azar.


"La enorme utilidad de las matemáticas en las ciencias naturales es algo que roza lo misterioso, y no hay explicación para ello. No es en absoluto natural que existan 'leyes de la naturaleza', y mucho menos que el hombre sea capaz de descubrirlas. El milagro de lo apropiado que resulta el lenguaje de las matemáticas para la formulación de las leyes de la física es un regalo maravilloso que no comprendemos ni nos merecemos".

Eugene Paul Wigner  
Físico y matemático húngaro
Premio Nobel de Física en 1963



En este caso, los creyentes tenemos todo el derecho a preguntar "qué" o "quién" ha pautado el papel.


Recordamos, una vez más, que el materialismo es una corriente filosófica que surgió antes del s. XIX, a rebufo del espíritu de los tiempos y cuando la Ciencia todavía no sabía qué era esa misteriosa "materia" a la que estaba concediendo un poder cuasi omnímodo (aún hoy no lo sabemos con seguridad). Una doctrina surgida, en buena parte, como oposición a la concepción religiosa del mundo y no como resultado de los descubrimientos científicos. Pero fue una maniobra poco eficaz, porque nos sacaba de un dogma para meternos en otro. Por supuesto, si apelamos a la materia como única realidad posible, no queda otra opción que atribuir al azar todo lo que no sabemos cómo ocurrió. "No es que sea así, es que tiene que ser así, porque fuera del materialismo no encontramos ninguna otra explicación válida" declaraba ingenuamente un divulgador en cierto debate televisivo sin vislumbrar el alcance de su afirmación. Y así ha ocurrido desde entonces, "en el principio fue el fisicalismo" y cada nuevo descubrimiento científico fue "embutido" a empujones en su molde y lo que no encajaba, simplemente fue ignorado o tachado de "fraude", lo fuera o no. Hasta el día de hoy.

Los ateos acusan a algunos grupos religiosos (en muchas ocasiones con razón) de "retorcer" los descubrimientos de la Ciencia para que encajen en sus libros sagrados... Esta táctica, deshonesta venga de donde venga, no difiere demasiado de lo que hacen los fisicalistas: retorcer esos mismos hechos para que encajen en su estrecha concepción materialista del universo. Como consecuencia de una de esas fantásticas piruetas de acomodación, nació en el siglo XIX una nueva versión del azar: el habilidoso, concienzudo, inteligentísimo y, esta vez sí, "ilusorio",  azar de los huecos :-)


***


A continuación les invito a leer unos párrafos de un artículo aparecido en la revista National Geographic Historia, nº 129, firmado por el matemático y periodista científico Enrique Gracián. El artículo está dedicado a la proporción de Fibonacci, y el "mágico" número áureo que se repite una y otra vez, casi obsesivamente, tanto en la Tierra como en el resto del universo. Una de las muchas pruebas de que la naturaleza, lejos de ser una amalgama informe y sin sentido (lo que esperaríamos de la actuación errática del azar), sigue unas rígidas normas matemáticamente estructuradas. Es un artículo excelente, no se lo pierdan:



"Se suele simbolizar con la letra griega Φ (phi) y su valor aproximado es 1,6180. Lo encontramos definido por primera vez en el libro VI de los Elementos del matemático y geómetra griego Euclides; allí aparece descrito como una relación entre longitudes, lo que sugiere que está asociado con la idea de proporción. La figura geométrica más sencilla que se puede construir manteniendo esta proporción es un rectángulo. Para ello basta con que el lado más pequeño mida 1, y el más largo, 1,6180. Esta sencilla figura es un rectángulo áureo, adjetivo que introdujo en la década de 1830 el matemático alemán Martin Ohm. ¿Qué tiene de especial? Que está en todas partes.




golden ratio

regla aurea y dios







En los cánones estéticos de la antigua Grecia representaba las proporciones perfectas y se utilizaba en la mayoría de las construcciones arquitectónicas: fue patrón de belleza para los artistas del Renacimiento, aparece en la mayoría de las catedrales góticas y en el edificio de la ONU de Nueva York (...) (El arte imitando a la naturaleza :-)) La proporción áurea está presente en la arquitectura del ADN, 





el crecimiento de multitud de organismos o la distribución de los planetas del sistema solar.



proporcion aurea y dios


(Y, por supuesto, en el cuerpo humano :-))





la proporcion divina


proporcion divina en la naturaleza



En el cuerpo humano la proporción áurea se presenta de diferentes maneras:

- La relación entre la altura de un ser humano y la altura a la que se encuentra su ombligo.
- La relación entre la distancia del hombro a los dedos y la distancia del codo a los dedos.
- La relación entre la altura de la cadera y la altura de la rodilla.
- La relación entre las divisiones vertebrales.
- La relación entre las articulaciones de las manos y los pies... Entre otras.



Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, fue uno de los matemáticos más destacados de la Edad Media. En su obra más relevante, El libro del ábaco, de 1202, expone un problema sobre la reproducción de conejos cuya solución le da pie a representar una sucesión infinita de números naturales (pueden consultar una explicación detallada de este problema de Fibonacci en el enlace anterior). La posibilidad de ir añadiendo elementos mediante una suma, pero sin alterar la forma, da lugar a una pauta de crecimiento que podemos observar en estructras de la naturaleza tan diversas como el desarrollo espiral de una galaxia,


regla aurea en la naturaleza


las huellas dactilares,


regla aurea en el cuerpo humano


o la distribución de los pétalos de las flores.




(Y no sólo en los pétalos :-))


regla aurea proporciones en la naturaleza



(Col lombarda seccionada)


 

En la Italia renacentista, el número de oro fue retomado por Luca Pacioli (matemático y sacerdote franciscano, por cierto) quién llevó a cabo un exhaustivo estudio del mismo en una de sus obras más influyentes: De la divina proporción. Ilustrada con dibujos de Leonardo da Vinci, en ella explicaba las relaciones existentes entre el número áureo y la sucesión de Fibonacci: cualquier término de ésta se obtiene multiplicando el anterior por el número áureo...

Las espirales son líneas curvas que se generan a partir de un punto y se alejan del centro a la vez que giran a su alrededor. Esta curva ha fascinado desde antiguo a artistas y científicos; es un símbolo ornamental y religioso presente en muchas culturas, y una de las formas más frecuentes en el mundo natural. Entre los genios que aunaron las cualidades del artista y conocedor de las leyes de la geometría destaca el pintor Alberto Durero, quien en uno de sus libros sobre medición explica cómo dibujar una espiral a partir del rectángulo áureo. Si construimos un cuadrado en la izquierda de dicho rectángulo, a la derecha nos quedará un rectángulo más pequeño. Y resulta que este nuevo rectángulo también guarda las proporciones áureas. Este proceso se puede repetir hasta el infinito, con lo cual obtendremos una sucesión de rectángulos áureos y cuadrados cada vez más pequeños.


las proporciones


(Utilizando un compás, a partir de este "rectángulo áureo" se puede dibujar una espiral llamada "espiral de Durero").


proporcion aurea en el universo

En términos matemáticos no es una auténtica espiral, pero es una buena aproximación a la espiral logarítmica que el matemático suizo Jakob Bernoulli bautizó como Spira mirabilis, 'la espiral maravillosa'. El número áureo forma parte intrínseca tanto de la serie de Fibonacci como de la espiral logarítmica, dos conceptos matemáticos que se combinan en la formación de elementos tan dispares como plantas,



la proporcion divina espiral

razon aurea en el mundo natural


proporcion aurea en la naturaleza3

proporcion aurea en la naturaleza dios y la ciencia


huracanes,


proporcion aurea numero divino


o galaxias.


numero de dios


(La relación entre las nervaduras de las hojas de los árboles, la relación entre el grosor de las ramas principales y el tronco y la relación entre las ramas principales y las secundarias también obedecen a la proporción áurea).





Así pues, el número Φ ... gobierna el desarrollo de distintos seres vivos. La distribución de las escamas en una piña tropical,


numero aureo en la naturaleza


 el desarrollo de la concha de los caracoles,


numero de dios en la naturaleza


o la forma en que se agrupan las semillas de las plantas son algunos ejemplos de la presencia del número áureo en la naturaleza, lo que lleva a pensar que obedece a algún tipo de funcionalidad que aún desconocemos".


regla aurea de dios


(Cola del camaleón)


proporcion dorada golden ratio


golden ratio




 Anotaciones en gris añadidas.


El número áureo y la proporción de Fibonacci aparecen, como venimos diciendo, en las distancias entre los planetas y sus períodos, pero también están involucrados en la reflexión de la luz en el cristal, en las células del sistema nervioso... y mucho más. Es decir, abarca un terreno demasiado amplio para adjudicarlo exclusivamente a las instrucciones encriptadas en el ADN. Aunque así fuera, aunque la proporción áurea resultara ser sólo la resolución física de una de las innumerables instrucciones inscritas en el libro de de la vida, aún quedaría mucho campo para abonar con preguntas. Pero no es así.

Resumiendo, amigo ateo, usted puede -adornando al azar con todas las ingeniosas capacidades que necesite para que el argumento le funcione- creer que el orden de la naturaleza surgió y se desarrolló por sí solo, sin ninguna ayuda extra. De acuerdo, pero no puede negar que ese orden existe. 

 Puede hacerlo, claro, nadie se lo impide, pero sería como negar que existen las estrellas, los océanos, el Cañón del Colorado y el cordero a la riojana.

 ;-)



***


“El matemático juega a un juego en el que él mismo inventa las reglas, mientras que el físico juega a un juego en el que las reglas son proporcionadas por la naturaleza; pero a medida que pasa el tiempo se hace cada vez más evidente que las reglas que el matemático encuentra interesantes son las mismas que las que ha escogido la naturaleza”.


Paul Adrien Maurice Dirac
Físico teórico inglés
Premio Nobel de Física en 1933 


***


“Entre los seres vivos resulta patente el orden, obra de un Poder superior al que yo llamo Dios. Es en este punto donde coinciden la fe y la verdad científica. La primera de ningún modo contradice a la segunda, sino que la completa al aportar una comprensión más sencilla del universo"

Jean Dorst
Biólogo, ornitólogo, paleontólogo francés
Formado en la Universidad de París
Miembro de la Academia de las Ciencias 


*** 


"El mundo es racional... El orden del mundo refleja el orden de la mente suprema que lo gobierna"

Kurt Gödel
Lógico, matemático y filósofo austriaco
Doctor por la Universidad de Viena
Considerado uno de los más importantes lógicos de todos los tiempos
Célebre por sus dos Teoremas de la Incompletitud



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