"Hoy existe una creciente conciencia de la consciencia.
Somos conscientes, y somos conscientes de que somos conscientes. Nadie puede negar esto sin incurrir en autocontradicción, aunque algunos insisten en hacerlo. El problema se hace insoluble cuando entendemos la naturaleza de las neuronas. En primer lugar, las neuronas no tienen ningún parecido con nuestra vida consciente. En segundo lugar, y más importante, sus propiedades físicas no dan ninguna razón para creer que puedan producir consciencia. La consciencia está asociada a ciertas regiones del cerebro, pero cuando los mismos sistemas de neuronas están presentes en el tronco encefálico, no hay ninguna 'producción' de consciencia (de hecho, sabemos que hay millones de neuronas trabajando en otras partes de nuestro cuerpo donde no 'producen' consciencia). En realidad, como señala el físico Gerald Schroeder, no hay ninguna diferencia entre los constituyentes físicos últimos de un montón de arena y los del cerebro de Einstein.
Aunque los estudios mente-cuerpo más aceptados reconocen la realidad y el misterio de la consciencia, Daniel Dennett es uno de los pocos filósofos que siguen resistiéndose a lo obvio. Dice que la cuestión de si algo es 'realmente consciente' carece de interés, o que no es resoluble, y afirma que las máquinas pueden llegar a ser conscientes porque nosotros mismos somos máquinas conscientes.
El funcionalismo -la explicación de Dennett para la consciencia- sostiene que no debería preocuparnos en qué consisten realmente los llamados fenómenos mentales. Más bien, debemos investigar las funciones desarrolladas por esos fenómenos. El dolor es algo que da lugar a una reacción de huida o evitación; un pensamiento es un ejercicio de resolución de problemas. Ninguno de los dos debe ser interpretado como un acontecimiento íntimo que tiene lugar en un entorno privado. Lo mismo cabría decir de todos los demás fenómenos supuestamente mentales. Ser consciente significa realizar tales funciones. Como estas funciones pueden ser imitadas por sistemas no vivos (por ejemplo, un ordenador puede resolver problemas), no hay nada misterioso en la 'consciencia'. Y, ciertamente, -asegura Dennett- no hay ninguna razón para ir más allá de lo físico.
Pero, de lo que no da cuenta esta teoría es del hecho de que todas las acciones mentales van acompañadas de estados mentales, estados en los que somos conscientes de lo que estamos haciendo (dicho de otro modo, si fuéramos solo "materia", una especie de "máquina" formada por "piezas" más pequeñas, algo así como una computadora asombrosamente sofisticada, según pretenden los ateos, no habría ninguna razón física para que seamos conscientes de lo que somos y de lo que hacemos, experimentamos y pensamos; no existiría la denominada "perspectiva interna", la perspectiva de la primera persona). El funcionalismo en modo alguno explica o pretende explicar el estado de 'ser conscientes de', de saber sobre qué estamos pensando (los ordenadores no 'saben' lo que están haciendo). Menos aún consigue decirnos quién es el sujeto consciente, el sujeto pensante. Dennett, divertidamente, dice que el fundamento de su filosofía es el 'absolutismo de la tercera persona', lo que equivale a afirmar 'yo no creo en el yo'.
(O sea, Dennett cree que su 'yo' no existe, a pesar de las abrumadoras 'evidencias' en contra de esta creencia, como, por ejemplo, el hecho incontrovertible de que es su "yo" quien está afirmando que su yo no existe. ¿Me lo parece a mí o esto es negacionismo? :-) Imagínense que yo negara la existencia de mi 'yo', es decir, imaginen que concedo que sí existe esta armazón física que contiene mi pensamiento y voluntad, que existe obviamente todo lo que se puede medir y pesar como, por ejemplo, mi cerebro; pero mi yo individual, mi más íntima identidad personal, la entidad que piensa y escribe este texto que están leyendo, carece de realidad, es sólo una ilusión, es un simple "residuo' de mi actividad cerebral sin mayor importancia... ¿Entienden ahora por qué a Verghese le divierte la postura de Dennett?: Dennett cree que Dennett no existe. Volveremos sobre este punto en próximas entradas).
De manera interesante, algunos de los críticos más acerbos de Dennett y el funcionalismo son fisicalistas: David Papineau, John Searle, y otros. John Searle es especialmente terminante: 'no creo que quien se sienta tentado por el funcionalismo necesite refutación: más bien necesita ayuda' (J. Searle en su obra 'The Rediscovery of the Mind').
En contraste con Dennett, Sam Harris ha defendido ardorosamente la realidad suprafísica de la consciencia (lo que no deja de ser una actitud curiosa en un activista ateo :-)). 'El problema -dice Harris-, sin embargo, es que nada en el cerebro, cuando es estudiado como un sistema físico, declara ser portador de esa peculiar dimensión interior que cada uno de nosotros experimenta, en su propio caso, como consciencia'. El resultado es sorprendente: 'La consciencia podría ser un fenómeno mucho más elemental de lo que son los seres vivos y sus cerebros. Y no parece haber ninguna forma obvia de descartar dicha tesis experimentalmente' (Sam Harris en "El fin de la fe", 2004).
(Lewis) Wolpert evita todo el asunto de la consciencia: 'He soslayado deliberadamente cualquier discusión sobre la consciencia' dice. (Wolpert en 'Six impossible things before breakfast').
El dato más importante, pues, que pasan por alto los nuevos ateos es el más obvio: ellos mismos. La realidad radical físico-suprafísica que conocemos por experiencia propia es el sujeto mismo de la experiencia, es decir, nosotros mismos. Una vez que admitimos el hecho de que hay una 'perspectiva en primera persona', un 'yo', un 'mi', un 'mío', etc., nos encontramos ante el mayor y el más estimulante de los misterios. Yo existo. Invirtiendo a Descartes: 'yo soy, por tanto, yo pienso, percibo, deseo, interactúo'. ¿Quién es ese 'yo'? ¿Dónde está? ¿Cómo llegó a existir? Nuestro 'yo' no es, obviamente, algo solamente físico, de la misma manera que no es algo solo suprafísico... 'Tú' no estás en una célula específica de tu cuerpo o en alguna parte de tu cuerpo. Las células de mi cuerpo cambian constantemente y, sin embargo, 'yo' sigo siendo el mismo...
Verdaderamente, el yo es, de entre todas las verdades que nos son accesibles, al mismo tiempo la más obvia e inexpugnable y la más letal para todas las formas de fisicalismo. Para empezar, debe decirse que la negación del 'yo' no puede ser mantenida sin contradicción. A la pregunta '¿cómo sé que existo?', un profesor dio la célebre réplica '¿y quién está preguntando?'
El yo es lo que somos, y no lo que tenemos. De él surge nuestra 'perspectiva en primera persona'. No podemos analizar el yo porque no es un estado mental que pueda ser observado o descrito.
La realidad más fundamental de entre todas las que somos conscientes es, por tanto, el yo humano, y una adecuada comprensión del yo inevitablemente arroja cierta luz sobre todas las cuestiones relacionadas con los orígenes y proporciona sentido a la realidad como un todo. Nos damos cuenta de que el yo no puede ser descrito, menos aún explicado, en términos físicos o químicos: la Ciencia no descubre al yo, es el yo el que descubre a la Ciencia".
Abraham Verghese
Médico, escritor y divulgador científico
Profesor de Teoría y Práctica de la Medicina en la
Stanford University School of Medicine
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“La experiencia de un yo unitario, del sujeto o de la
autoconsciencia es un fenómeno precientífico que en la investigación del
cerebro hasta ahora no se deja reproducir mediante una explicación científica.
En su lugar, se divide mediante el análisis neurológico en muchas componentes
de las que se ha probado que pueden actuar independientemente las unas de las
otras en el caso de enfermedades mentales. Ahora bien, ¿se sigue ya de ahí que
el sujeto no es más que un conjunto suelto de dispares estados o componentes de
consciencia? ¿Un engaño, una ilusión? (Esta sería la tesis de Dennett).
Esta conclusión se basa en un fallo de razonamiento. La
teoría del sujeto como conjunto es atomista, según ella la consciencia se
constituye a partir de componentes independientes. El fallo en el razonamiento
criticado aquí es una falacia atomística o mereológica. La mereología es la
doctrina del todo y sus partes, y la falacia consiste en aplicar la
representación de un todo corporal constituido de partes separables a fenómenos
mentales. Tal representación ya es bastante engañosa en la física atómica y de
partículas, como enseña la teoría cuántica. En la investigación del cerebro nos
sitúa decididamente en la cuerda floja… ¿Quién une los fenómenos mentales… si
no es el propio sujeto? Y si no los une nadie, entonces ¿por qué no se
disgregan?
O, preguntado de otro modo: ¿Por qué no se encuentra nuestra
consciencia siempre disociada, en vez de que le falte la unidad sólo en el caso
de determinadas enfermedades neurológicas (o traumatismos cerebrales)?”
Brigitte Falkenburg
Filósofa de la Ciencia, conferenciante, escritora alemana
Diplomada en física por la Universidad Técnica de Berlín
Experta en filosofía de la Física, es profesora en la Universidad Técnica de Dortmund
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"Imaginemos que haya una máquina cuya estructura la haga pensar, sentir y tener percepción; podemos concebirla agrandada, conservando las mismas proporciones, de tal manera que podamos entrar en ella como en un molino. Esto supuesto, si la inspeccionamos por dentro, no hallaremos más que piezas que se impelen unas a otras, pero nunca nada que pueda explicar una percepción".
Gottfried Leibniz
Filósofo, lógico, matemático, jurista y político alemán
Fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII
Considerado el "último genio universal"
(Aludimos a Leibniz también aquí)
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"Ni Steve Pinker ni yo podemos explicar la consciencia subjetiva humana, lo que los filósofos llaman qualia'. En 'Cómo funciona la mente', Steve plantea elegantemente el problema de la consciencia y pregunta de dónde viene y cuál es su explicación. Y, a continuación, tiene la honradez de decir: 'es algo que me supera'. Es honrado reconocer eso, y yo digo lo mismo. No lo sabemos. No lo entendemos".
Richard Dawkins
Zoólogo británico y divulgador
Universidad de Oxford
Activista ateo, autor de "El espejismo de Dios"
Y nunca lo entenderán mientras las investigaciones continuen constreñidas a la mordaza del actual paradigma fisicalista:
"Los artículos y libros de divulgación actuales en el ámbito de las neurociencias tienden a presentar estas disciplinas desde una perspectiva materialista. Esto quiere decir que los datos son interpretados de modo tal que parece inevitable extraer la conclusión de que lo mental no es más que un producto subordinado de lo material; o bien no es más que lo material, visto desde otro ángulo.
La lectura materialista de los datos neurocientíficos recopilados hasta ahora no es la única posible, y ni siquiera es la menos problemática. Los datos empíricos concretos pueden ser incorporados de manera natural (insistimos siempre, sin 'reajustar' ni tratar de "retorcer" nada, sin quitarles ni añadirles una coma a esos datos) a un planteamiento teísta, con sólo separarlos de las adherencias ideológicas que los envuelven. Y el resultado que se obtiene es una visión de las relaciones entre lo mental y lo cerebral que no presenta las graves aporías del planteamiento materialista...
En última instancia la cuestión se reduciría a lo siguiente:
Hay una lectura teísta, y hay otra lectura materialista de los mismos datos científicos. Pero la lectura materialista, en lugar de ser reconocida como lo que es, es decir, como una interpretación filosófica de los hallazgos de las disciplinas particulares, se presenta actualmente amalgamada de tal manera con esos hallazgos, que parece una parte de ellos o una consecuencia inevitable de los mismos. Y justo eso es lo que convierte en mito inaccesible a la crítica lo que en realidad debería ser una aproximación filosófica (una más) sometida a ella".
Francisco J. Soler Gil
Filósofo de la Física
Doctor en Filosofía por la Universidad de Bremen
Miembro del grupo de investigación de filosofía de la física en dicha universidad
Paréntesis en gris añadidos.
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"El día en que la ciencia comience a estudiar fenómenos no físicos,
logrará más progreso en una década que en todos sus siglos previos de
existencia"
Físico, ingeniero mecánico, ingeniero eléctrico e inventor de origen serbio
nacionalizado estadouniense
Ver también:
Thomas Nagel, el honesto ateo
Arthur Eddington y la consciencia
La ciencia y la consciencia
"Dios no puede existir"
"No podemos dejar que Dios cruce la puerta"
Enlaces externos:
Consideraciones en torno a los experimentos de Benjamin Libet (Universidad de Navarra)
"Inside out" o la ilusión de la libertad (Divulgación de la Ciencia)