"Hay cuestiones para las que el método científico
resulta inadecuado, fuera de lugar. Van desde las muy profundas (¿existe
un dios —o diosa— creador del universo? ¿Cuál es el sentido de la vida
humana?) hasta las muy terrenales y cotidianas (¿cómo resolver problemas políticos, amorosos, éticos..?) En todos estos casos, la ciencia no
sólo no tiene nada que decir; debe permanecer al margen del debate.
Es colaborador habitual de la revista de divulgación The Cult
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En efecto, en nuestra opinión, como ya hemos comentado en otras entradas, la Ciencia debería permanecer al margen de determinadas cuestiones porque, si cometemos el error -que ya cometen muchos- de interpretarlo TODO exclusivamente a través del prisma aséptico del método científico, podríamos acabar, por ejemplo, calificando de "inmorales" a las madres que no abortan a sus bebés con Síndrome de Down (Richard Dawkins, ver polémica aquí) o aconsejando a los ancianos que dejen de cuidarse con el sano propósito de que mueran pronto, que no se vuelvan "patéticos" y no supongan una molesta carga para sus familias y la sociedad. Hablamos aquí de Ezekiel Emanuel, un oncólogo norteamericano de 59 años, que, observando la corrida desde la confortable seguridad de la barrera en la que ahora se encuentra, sitúa la frontera con el "patetismo" en los 75, edad a la que, siempre según sus reduccionistas conclusiones, el hombre deja de ser "creativo" y debería pasar a mejor vida... Aconsejamos al lector consultar las biografías de Monet, Renoir, Buñuel, Picasso, Berlanga, Dalí, etc. que siguieron trabajando mucho más allá de los 75. Qué manía tienen algunos genios con dejar mal a las eminencias de la Ciencia 😏. Mick Jagger tiene 72... Quizás también debería ir pensando en dejarse morir en lugar de derrochar tanta creatividad por esos escenarios de Dios y molestar a todo el mundo... especialmente a las eminencias ;-)
Bromas aparte, lo más inquietante, como ya hemos indicado aquí en múltiples ocasiones, es que, contemplada la cuestión desde su angosta perspectiva, Dawkins y E. Emanuel no estarían equivocados. Como todos sabemos, definido sólo desde el paradigma actual fisicalista, y negándole cualquier otra dimensión que no sea la descrita en estos momentos por la Ciencia, el hombre no es más que un aborto casual de la Nada, una bacteria hipertrofiada que, si no funciona correctamente, se convierte, en buena lógica, en un palo atravesado entre los radios de la gran rueda de la Selección Natural... O funcionas bien, o eres lastre y estorbas. Ni más ni menos.
Esto no me lo estoy sacando de la manga; los lodos actuales, para quienes a estas alturas aún no lo sospechen, vienen de estos polvos:
"Los miembros débiles de la sociedad van propagando su
naturaleza, con grave detrimento de la especie humana, como fácilmente
comprenderán los que se dedican a la cría de animales domésticos. Es
incalculable la prontitud con que las razas domésticas degeneran cuando
no se las cuida y, a excepción hecha del hombre, ninguno
es tan ignorante que permita sacar crías a sus peores animales...
Entre los salvajes, el débil es
rápidamente eliminado, y los que sobreviven exhiben normalmente un
estado de salud vigoroso. En cambio nosotros,
hacemos los mayores esfuerzos por controlar ese proceso de eliminación... Hay razones para creer que la vacunación ha preservado a muchos
individuos de constitución física débil, que de otro modo habrían
sucumbido ante enfermedades comunes (viruela, etc.) De ese modo los
miembros débiles de las sociedades civilizadas propagaron su linaje...
Debemos sobrellevar los males que a la sociedad resulte de que los débiles vivan y propaguen su raza".
Charles Darwin
Naturalista inglés
En el mismo tratado, Darwin especifica quiénes son aquellos a los que él considera "los miembros débiles de la sociedad" (en otros puntos los llama "miembros inferiores" con esa conmovedora incorrección política tan victoriana), a saber, textualmente: "los pobres", "los imbéciles", "los tullidos" y "los enfermos" -físicos y mentales-). Paradójicamente, entre los "débiles mentales o débiles de alma" se hallaba él mismo, pues sufría una fuerte neurosis que le causaba ataques de pánico y le impedía llevar una vida normal. Esta es una de esas tristes ironías de la Historia, porque toda la obra de Darwin, hoy tan celebrada, fue escrita cuando su trastorno estaba muy avanzado. Resulta que precisamente su enfermedad, su "debilidad", fue pieza clave en la elaboración de sus libros ya que, según aseguran algunos de sus biógrafos, la actividad intelectual le ayudaba a relajarse. Agradecemos, pues, a la Selección Natural que, a pesar de pertenecer a la categoría de los "débiles mentales", no eliminara a Darwin antes de que finalizara su trabajo. Y agradecemos a la Naturaleza en general que le llevara tan obstinadamente la contraria respecto a eso de la "inutilidad" de las "razas inferiores" :-)
Aunque estamos convencidos de las honestas intenciones de Darwin, lo que sin lugar a dudas no surgió de la nada fue el espíritu de Auschwitz. Pero, como afirma la sabiduría popular: el averno está empedrado de buenas intenciones, y basta echar un vistazo a esos párrafos anteriores y otros muchos de "El origen del hombre" para deducir que el infierno de la II Guerra Mundial estuvo empedrado de cientifismo. La Ciencia y sus difusos límites estuvo bastante más relacionada con el nacimiento y auge del nazismo de lo que muchos están dispuestos, aún hoy, a confesar. De hecho, cuando señalamos esta realidad histórica, muchos "fans" de la Ciencia, generalmente materialistas, se rasgan las vestiduras y nos llaman "desquiciados", como si hubiera sido nuestra y no de Darwin la idea de clasificar a los seres humanos en razas "superiores" e "inferiores" y se nos hubiera ocurrido a nosotros que es un "mal para la sociedad" que los "débiles" se reproduzcan... Nuestros "fans" de la Ciencia se enfadan y nos insultan (quizás debido al síndrome de los comedores de ajos :-)), pero, hasta ahora, ni uno solo ha sabido explicarnos, entre insulto e insulto, por qué no tenemos razón al proclamar que hay una relación clara entre el darwinismo y el ideario segregacionista de Hitler, y entre estos y el cientifismo, la ideología que mantiene que sólo la Ciencia tiene acceso fidedigno a la verdad y que esta verdad interpretada por la Ciencia es soberana y extrapolable a todo ámbito humano.
Visto de este modo y volviendo al principio, ¿qué tal si, como aconseja Olivera, dejamos las grandes cuestiones como el sentido de la vida, la resolución de problemas políticos, amorosos o éticos a aquellas disciplinas que fueron concebidas específicamente para tales fines? En otras palabras: ¿qué tal si dejamos que la Ciencia se mantenga fuera de este debate, se ciña a su campo de estudio y nos muestre "de qué" está hecho el mundo material -algo que hace de maravilla- y les deja a los demás la ardua, pero fascinante tarea de intuir y reflexionar sobre el "por qué" y el "para qué" está hecho ese mundo material?
¿Qué tal si, entre todos, hacemos lo posible para que las puertas de Auschwitz
continúen cerradas?
Disculpen las mayúsculas.
Ver también:
No somos solo física y química.
El fundamentalismo científico, una forma de pseudociencia.
La pregunta de Leibniz y los múltiples mapas de la realidad.
La Ciencia, uno de los caminos para aprehender la realidad.
El origen de las leyes naturales o la pregunta número 23.
Los dogmas de la Ciencia.
Jacques Monod y la mitología materialista de la Ciencia.
Más información en nuestra Bibliografía.