"Otra cosa es que el hombre se empeñe en restringir su descendencia y haga que, en lugar de la lucha por la vida -que solo deja en pie el más fuerte y al más sano- surja el prurito de 'salvar' a todo trance al débil y hasta al enfermo, cimentando el germen de una progenie que irá degenerando progresivamente, mientras exista ese escarnio de la naturaleza y sus leyes".
Adolf Hitler
Extracto del Capítulo 4 de "Mi lucha"
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Lo transcribo palabra por palabra porque es un síntoma evidente de lo que está ocurriendo y de lo que venimos denunciando en este blog desde hace ya más de dos años.
Por favor, léanlo con atención:
(Hasta aquí creo que estamos todos de acuerdo. Lo curioso viene cuando el sujeto nos describe qué entiende él por "los mejores seres humanos").
Yo no quiero que el mundo sea ni de los últimos, ni de los débiles, ni de los pobres, ni los enfermos, ni de los defectuosos porque ese mundo sería el infierno.
Yo quiero un mundo que sea poblado por seres humanos sanos, fuertes, felices, dignos, inteligentes, valientes, hermosos y libres. Eso es lo bueno, no lo otro. Y aunque se quiera negar a regañadientes, gran parte de ello lo da la genética y está frente a nuestros ojos. Porque eso es básicamente lo que somos: Biología.
Lo demás son cuentos. Viejos, manipuladores y lacrimógenos cuentos".
Cuando mis amigos me preguntan si no me estoy tomando demasiado a la tremenda el avance del cientifismo en la sociedad actual, y su efecto destructivo, sobre todo, entre los jóvenes, más susceptibles de manipulación y cuya natural rebeldía les lleva a asumir conductas extremas; suelo remitirles a comentarios como el anterior que, lo crean o no, es sólo un botón de muestra. Con pequeñas variantes, estas proclamas se van extendiendo por la Red como una lúgubre mancha de velada, y a veces no tan velada, intransigencia. Un ideario que rejuvenece viejas ideologías totalitarias (quien pretenda que estas ideas son "nuevas" es que hace mucho que no se asoma a un buen libro de Historia), revestidas con la pátina de una engañosa "libertad", inspirada siempre en una interpretación sesgada de los descubrimientos de la Ciencia.
El auténtico problema aquí -nunca nos cansaremos de repetirlo-, es que, si aceptamos el cientifismo como una doctrina filosófica "legítima" y saludable, como ya está ocurriendo; si se llegara a un hipotético consenso general en este sentido, este sujeto del que hablamos y tantos otros que comparten su postura TENDRÍAN RAZÓN. Es decir, si admitimos sin más matices la premisa de que la Ciencia es la única valedera legítima del saber humano, que no hay ningún enunciado autorizado fuera de ella y que cualquier otra idea o disciplina debe ser pasada por su filtro para que la sociedad la considere útil, segura, válida o real; si se admitieran todos estos supuestos, nos llevarían irremediablemente a la conclusión de que el ser humano es SÓLO un amasijo de órganos casualmente bien colocados; sus sentimientos, actos, sueños y esperanzas el producto arbitrario de la enrevesada actividad química de su cerebro; y su tasación individual se mediría exclusivamente en función de lo que ese individuo pueda aportar al buen funcionamiento de la maquinaria social. Porque ésto es justo lo que nos dicta la Ciencia, una disciplina -fascinante, atractiva, imprescindible, nadie lo niega- que estudia LA MATERIA, pero que, precisamente por quedar ceñida a ese campo natural, no puede decirnos nada acerca de los valores, el sentido de la vida o de la moral, cuestiones todas que quedan o deberían quedar dentro del área de competencia de otras ramas del saber concebidas en exclusiva para estos fines.
Para el cientifismo más integrista, lo hemos denunciado aquí mil veces, el hombre no es más que una construcción azarosa, íntegramente material, fabricada con los diminutos "ladrillos" de los átomos, como diría con su fina ironía nuestro físico favorito, Pseudópodo :-) Algo así como un magnífico ordenador, complejo e ingenioso, sí, pero sin el software que le otorga finalidad y sentido. Un software que, deslumbrados por el ordenador y enfocados sólo en la actividad física del mismo, los cientifistas niegan porque no es visible al microscopio :-).
¿Y la ética? Preguntamos de nuevo. Si damos todo lo anterior por bueno, ¿qué sería entonces la ética? Pues no más que ese conjunto de normas establecidas como "inapelables" (?) siempre según el criterio de unos cuantos de estos "amasijos de órganos casualmente bien colocados" (a su vez elegidos por otros "amasijos" iguales a ellos), con la sana intención de que esas normas ayuden a la Humanidad en su avance (aquí cabría preguntarse también para qué rábanos queremos que la Humanidad avance, si es, por su naturaleza física, algo tan insignificante como se empeñan en afirmar los ateos). En efecto, la ética vendría a ser un concepto tan arbitrario, utilitario, vacuo y permutable como el ser humano mismo. El código moral, cualquier código moral, estaría al mismo nivel que el de Groucho: "Si no le gustan mis principios, no importa, tengo otros" :-) ¿Quién decide cuáles son los adecuados?
Si la Biología lo es todo (lo dejamos en mayúsculas como lo escribió nuestro ateo para subrayar la reverencia que parece sentir hacia esta disciplina, cuyos dictámenes coloca por encima de cualquier otra consideración), si la materia lo es todo, si todo lo existente surgió por puro azar, si el ser humano no es más que el producto del caprichoso afán egoísta de sus genes; si todas estas premisas son lógicamente válidas, sus terribles conclusiones lo serán también. En este caso, repetimos una vez más y lo seguiremos haciendo mientras podamos ¿por qué no exterminar a los que "estorban", a los que no aportan nada en un sentido práctico al entramado del tejido social, pero nos están costando millones de euros mantener vivos? ¿Por qué no eliminar a los enfermos, los discapacitados, las razas consideradas por algunos "inferiores", a los pobres, los ancianos, en fin, a todos aquellos que suponen un lastre que obstaculiza el glorioso desarrollo imparable de la Evolución? ¿Por qué no ofrecer de este modo una ayuda extra a la selección natural para que el resultado de su labor sea "mejorado" por nuestro sabio consejo y manipulación? ¿Por qué? ¿Qué o quién lo impide?...
Si muchos ateos se escandalizan al leer el párrafo anterior (y confío de corazón que así sea) es porque, en el fondo, inspirados por su conciencia a la que los teístas interpretamos como vox Dei interiorizada, no se toman en realidad en serio nada de lo que aseguran creer y en su vida personal y cotidiana siguen viviendo como si el ser humano fuera una criatura excepcional, creada para llevar a cabo una misión sublime en la Tierra. Es decir, viven socorriendo a los necesitados, amando y sacrificándose por sus hijos mucho después de que éstos ya pueden valerse por sí mismos, -algo que no ocurre en el mundo animal-, y ayudando, en definitiva, a cualquiera que lo merezca, sea o no un "obstáculo" para la Evolución. En definitiva, el ateo vive como si Dios existiera. Como si él y sus congéneres fueran "seres espirituales viviendo temporalmente una experiencia humana" (T. de Chardin) y no un "amasijo de órganos azarosamente bien dispuestos" sin ningún tipo de sentido o finalidad, en una lucha feroz por sobrevivir a costa de destruir a los menos "aptos" que él.
Porque los nuevos ateos, son ateos "light". La moral judeocristiana, siempre tan vilipendiada, mantiene, a pesar de todo, su vigencia en los sustratos más profundos de nuestra sociedad laica, y también en el corazón y la conducta personal de estos ateos que pretenden, como leí a algún compañero de debate hace poco, quitar la piedra clave y que el arco continúe en pie. Hay que eliminar las religiones, dicen, sí, pero conservando todo el corpus moral referente a la actitud correcta hacia el prójimo que esas mismas religiones dieron a conocer al mundo, a pesar de que muchos de sus representantes no fueran dignos de serlo, algo que, por otra parte, nadie niega. Pero, la incompetencia de sus ejecutores, no excluye que las ideas fueran útiles y grandiosas.
Los nuevos ateos, en fin, tratan de ser a la vez cientifistas y humanistas, dos conceptos que, por definición, se excluyen recíprocamente, porque el humanismo es una filosofía que engrandece al hombre, pero, desde el punto de vista de la Ciencia, el ser humano es insignificante y cualquier cualidad que le añadamos para "engrandecerlo" sería sólo un postizo artificial, una convención social más tan intercambiable con cualquier otra como todas. Ateos humanistas, la cuadratura del círculo.
El ateo genuino, el ateo consecuente con sus creencias, sólo puede ser un individuo como el que dejó este comentario que ha inspirado nuestra entrada de hoy. Un tipo despreciable, pero decididamente honesto con los demás y consigo mismo, al prescindir públicamente y por completo de todo lo que la fe significa, incluido el elevado código deontológico de actuación en sociedad que, a pesar de sus conocidos errores históricos, las grandes religiones trajeron con ellas.
Normalmente no suelo entrar al trapo a este tipo de gente, pero esta vez no pude evitar tomármelo como un insulto personal. Yo soy también un "ser humano defectuoso", según los preceptos descritos por este señor. Yo soy parapléjica. Resulta que el código genético, que es tan fascinante, también es ineficaz a la hora de anticipar accidentes y negligencias médicas :-), así que los genes no son del todo infalibles para predecir, sólo a partir de su análisis previo, qué anomalías físicas futuras padecerá su poseedor. Fallo. Un "pero" en el que nuestro ateo evidentemente no pensó. ¿Recuerdan la película "Gattaca"?
Y todo esto sin atender a esa supina estulticia de que el ser humano debe ser 'hermoso', como usted sugiere, porque entonces la lista de 'excluidos' ya se extendería hasta el infinito... Hermoso, por cierto, ¿según los cánones de quién? Porque el modo de entender la belleza física es distinto para un Masái, un ciudadano de la India, un aborigen australiano o un occidental. Eso para empezar. Y, para seguir, dígame: ¿Einstein era hermoso? ¿Charles Chaplin? ¿Lennon? ¿Allan Poe? ¿Cervantes? ¿Shakespeare?... ¿Woody Allen es hermoso? ¿Lo era Hitchcock? ¿Lo eran Diego Rivera, Max Planck, Gandhi? ¿Hitler era hermoso, con su pobre escroto mutilado? ¿Y usted, es hermoso? Si la foto de su perfil reproduce su rostro, permítame que le diga que también queda excluido del grupo de los bienaventurados, al menos según mi canon, que es tan bueno como el de cualquiera, incluido el suyo. Aunque sospecho que usted se verá mejor aspecto del que realmente tiene :-). Si el asunto fuera como usted pretende, si eliminamos a toda la gente "defectuosa" y "fea", los que he nombrado y los millones que me he dejado en el tintero, la humanidad se limitaría a contener gente como... ¿quiénes? ¿Cristiano Ronaldo? ¿Paris Hilton? ¿Isabel Preysler? Todos bellos y... ¿Sanos?... ¿Qué le hace suponer que un mundo habitado sólo por este tipo de personas no sería 'un infierno' aún peor que el que ya habitamos? Como dicen los cientifistas: ¿Tiene alguna prueba que respalde su hipótesis de que un mundo así sería mejor? Si no la tiene, es otra simple cuestión de fe.
Hay chavales que padecen una severa discapacidad debido, por ejemplo, a una parálisis cerebral provocada por un déficit de oxígeno en el momento del parto (trastorno, por cierto, tampoco predecible a través del estudio de los genes... ¡caray, ya nos está fallando mucho la genética!). En múltiples casos, esa discapacidad es tan grave que les "priva de su creatividad y de la capacidad de contribuir al trabajo, a la sociedad, al mundo..." por lo que nunca han podido ser "personas vibrantes y comprometidas"... ¿Por qué esperar a que cumplan 75 años si desde el mismo instante en que nacieron reúnen todos los requisitos que "aconsejan" que se les deje morir?
Podemos proponérselo a sus padres, a ver qué opinan.
Y aquí tienen otras dos "perlas" cientifistas, esta vez de nuestro ateo de cabecera:
"Es inmoral no abortar a un bebé con Síndrome de Down"
Richard Dawkins
Zoólogo británico, autor de "El espejismo de Dios"
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