Este blog ha sido creado sin ánimo de lucro. El único interés que me guía en este proyecto es la divulgación, el intento de llevar al gran público un aspecto del debate ciencia-fe que, considero, no es suficientemente conocido, pero que no debe ser obviado si pretendemos construirnos un criterio global y objetivo sobre un tema de candente actualidad.

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Cálculo de probabilidades: el azar contra las cuerdas :-)

celulas

"El ADN es un ácido nucleico que almacena la información genética de una célula en forma de una cadena de bases nitrogenadas (A, G, C y T que son las abreviaturas de adenina, guanina, citosina y timina) en una determinada secuencia. Incluso en el caso de una cadena de ADN muy pequeña, de 100 bases de longitud (muchísimo más corta que cualquiera que encontraremos en una célula de verdad), la probabilidad de obtener una combinación concreta de letras es alucinante: una probabilidad de cada 4100

"Estos son precisamente los factores que preocupan a los científicos. Las bases nitrogenadas (A, C, G y T) no aparecen de repente y se ponen a chocar unas con otras, sino que deben ser fabricadas paso a paso, lo que requiere que calculemos la probabilidad de las asociaciones químicas de cada uno de esos pasos. Esto es, por decir algo, muy difícil. Además, al hacer los cálculos es importante no confundir las condiciones de laboratorio con las condiciones naturales. En el laboratorio, los científicos pueden iniciar cada paso con altas concentraciones de las sustancias químicas necesarias (de hecho, así lo hacen), pero en la naturaleza cada paso produciría una cantidad pequeñísima de la sustancia química necesaria para iniciar el paso siguiente. Para imaginarnos este problema, podemos pensar que tenemos la probabilidad de una entre mil millones de conseguir por azar la sustancia química compleja tipo 'B' a partir de elementos químicos más sencillos (a los que llamaremos 'A' para entendernos). Tendremos éxito, en este caso, cuando de cada mil millones de intentos tengamos un resultado positivo. Lo cual no es un punto de partida favorable, y, de hecho, reduce drásticamente la probabilidad de pasar de 'B' a 'C' por azar. Lógicamente, podríamos multiplicar esto por el número de intentos, pero eso lleva consigo el problema de obtener una concentración mucho mayor de 'A'. ¿Y cómo fue eso? Así que volvemos al principio. Bajo condiciones naturales (no en las condiciones forzadas del laboratorio), siempre podemos esperar que la cantidad de los elementos químicos necesarios para el siguente paso sea bastante baja. Por ello, cada paso se inicia con una cantidad relativamente baja de los elementos químicos que deben asociarse para el siguiente paso, lo que reduce la probabilidad de alcanzar el siguiente nivel de complejidad química. Esas imágenes de océanos totalmente saturados de ácidos nucleicos o de aminoácidos son meras fantasías, no hechos consumados.

"Más aún, dado que cada paso químico tiene lugar en en unas condiciones muy concretas, hemos de incluir en el cálculo la probabilidad que se den exactamente esas condiciones en el momento adecuado. No es simplemente cuestión de hacer unos cálculos matemáticos abstractos hasta dar con la combinación ganadora. Incluso admitiendo que haya un número significativo de combinaciones ganadoras, muchas de ellas simplemente se perderían sin ser utilizadas nunca.

"En cualquier caso, la idea misma de conseguir algo como el ADN no es de gran relevancia. Si entramos en el mundo real de la célula, nos damos cuenta de que el ADN es sólo un componente de una célula viva. Incluso admitiendo la absurda proposición de que el ADN aparezca por azar, la célula es MUCHO MÁS que ADN. El ADN guarda la información que la célula necesita para llevar a cabo sus complicadas funciones. Pero es la célula la que lee el ADN y traduce esa información para formar estructuras y mantener sus funciones vitales. Sin la célula, el ADN no tiene ninguna función, su información carece de sentido. Es un lenguaje para el que no hay lector, unos planos que no tienen constructor.

"La importancia de esto puede comprenderse imaginando que nos topamos con un trozo de papel en el que está escrito 'en la mayor parte de los casos, no necesitas hacer pausa. Puedes almacenar hasta 32 dígitos y la función pausa cuenta como uno de esos dígitos'. Esto equivale a una instrucción de funcionamiento como la que lleva una cadena de ADN de 100 bases (una cadena muy, muy simple). Pero es una instrucción para el funcionamiento... ¿de qué? No hay contexto que nos ayude. La información carece de sentido hasta que nos damos cuenta de que pertenece al manual de instrucciones de un teléfono. Evidentemente, sabemos lo que es un teléfono porque ya existen, pero imagina que este fragmento de instrucciones le llega, por arte de magia, a alguien que vive mil años antes de que se invente el teléfono. ¿Qué significado tendría? Pues algo similiar sucedería si una secuencia de ADN aparece antes de que exista una célula.

"De modo que, si el ADN realmente transmite información, debe existir una célula en la que puede funcionar como tal. Pero aquí está el problema: la célula no está hecha con ADN. La célula está hecha a base de proteínas (y las proteínas están hechas de aminoácidos), y es precisamente el enorme conjunto de estructuras y de actividades proteicas lo que permite que el ADN  'despierte'.

"Así que ahora es preciso contar con la aparición aleatoria de una multitud de estructuras proteicas, además del ADN. Esto tiene los mismos problemas que el ADN, ya que las proteínas están hechas a base de aminoácidos que deben unirse en una secuencia determinada (como las bases nitrogenadas del ADN). Si tomamos de nuevo una proteína pequeña que tenga únicamente 100 aminoácidos, resulta que la probabilidad de dar con la combinación correcta es mucho más baja que la de una entre mil millones de Dawkins (Dawkins afirma rotundamente que ésta sería la probabilidad en su 'The God delusion'). De hecho, la probabilidad es de una entre 200100


"Dawkins nos espeta la benigna probabilidad de una entre 1.000.000.000, pero si hacemos el cálculo para una pequeña proteína tenemos que la probabilidad de obtenerla por azar es de una entre 12.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
000.000.000.000 (disculpen que lo escriba in extenso, de este modo pueden comprobar más fácilmente la diferencia abismal entre la cifra arrojada por Dawkins y la cifra real). No es necesario ser un científico o un estadístico para ver que el número de ceros entre ambas cifras es diferente. (Exacto, en este caso, ¿miente Dawkins? ¿O el dato que aporta es sólo un error involuntario? ¿Puede permitirse cometer un error de este tipo un zoólogo de su talla?... Sea cual sea la respuesta -y sólo puede ser una de estas dos-, da que pensar, ¿no creen ustedes? :-)).


"(Pero) Como una célula no puede funcionar con una miserable proteína (del mismo modo que tampoco puede funcionar con una miserable cadena de ADN), resulta que la probabilidad combinada de la aparición por azar de las proteínas necesarias para formar incluso la célula más simple es INCALCULABLE.
Al igual que con el ADN, lo mismo sucede con las proteínas, se puede rebajar esta improbabilidad. Pero, del mismo modo, hemos de tener en cuenta los factores que aumentaban la improbabilidad en el caso del ADN. Pero incluso esto podría ser irrelevante, porque resulta que las estructuras proteicas de la célula no pueden replicarse sin la ayuda de ADN, lo cual nos pone frente a lo que en los estudios sobre el origen de la vida, se conoce como el problema del huevo y la gallina... Para funcionar, una célula necesita tanto el ADN como las proteínas, la aparición e integración de ambos a la vez empuja los límites de la improbabilidad hasta lo inimaginable.

"¿Con una probabilidad tan, tan baja que es quizás lo más cercano a imposible que uno pueda pensar ¿de dónde sale la ilimitada fe de Dawkins en el azar? Para empezar, él cree que no tiene que probar nada
(por supuesto, "la carga de la prueba" cae siempre en el teísta, ¿verdad? :-) a pesar de que el teísta tiene a su favor las ciencias matemáticas). 'Por improbable que parezca', tranquiliza Dawkins a sus lectores respecto al origen de la vida, 'sabemos que tuvo lugar en la Tierra, porque estamos aquí'... (¿?¿?)



"Eso no es un argumento. Es, como mucho, una suposición disfrazada de demostración. De nuevo vemos la falacia de una petitio principii...

"Desgranando su discurso, podríamos resumirlo, más o menos del siguiente modo (tomando prestada la caricatura que él mismo hace de un teísta en 'El espejismo de Dios'):





-Te apuesto a que puedo demostrarte que la vida surgió por azar.
-¿Qué? A ver.
-Por improbable que parezca, sabemos que la vida surgió por azar en la Tierra porque estamos aquí. ¡Ahí lo tienes!¡No hace falta Dios! Todos los teístas sois tontos.
 
:-



Scott Hahn y  Benjamin Wiker
Catedrático de Teología y Profesor de Ética, respectivamente.
Autores de "Dawkins en observación. Una crítica al nuevo ateísmo", 2008
Págs. 43-48 

 (Paréntesis en gris de la autora)

 



Es cierto, Scott Hahn y Benjamin Wiker son expertos en temas de Ciencia, pero no son científicos... A este típico argumento ad hominem, esgrimido tan a menudo por tantos ateos, -que se niegan simplemente a considerar muchos postulados sólo porque no vienen de trabajadores de la Ciencia-, el teísta debe contestar que Dawkins tampoco es filósofo ni teólogo (ni sabe apenas nada de estos temas) y se lanza a filosofar y teologizar sin el menor complejo, algo que no es obstáculo para que sus seguidores crean sus afirmaciones como si se tratara del Oráculo de Delfos. Si los ateos aceptan sin más las disquisiciones filosóficas de Dawkins, que no es filósofo ni sabe nada de filosofía, deberían, -si son tan justos e imparciales como pretenden-, aceptar también las premisas de Hahn y Wiker sobre Ciencia, aunque no sean científicos.

O eso, o no son tan imparciales y justos como pretenden :-)



"Imagina alguien que pontifica en Biología pero cuyo único conocimiento de la materia es el 'Libro de los Pájaros Británicos', y tendrás una idea bastante aproximada de lo que se siente al leer a Richard Dawkins cuando habla de teología. Los racionalistas confesos como Dawkins (y Russell) a menudo son los menos capacitados para entender lo que critican, puesto que no creen que haya nada que aprender, o al menos nada que merezca la pena entender. Por esta razón nos presentan, invariablemente, caricaturas de la fe religiosa que avergonzarían a un estudiante de primer curso de Teología. Cuanto más detestan la religión, más disparatadas son sus críticas. Si tuvieran que dar su opinión sobre la fenomenología o la geopolítica del sudeste asiático, estudiarían el tema en profundidad. Pero cuando se trata de Teología, parece que vale con cualquier manida patraña"


Terry Eagleton
Escritor y crítico literario inglés de ideología marxista
Catedrático de Teoría Cultural en la Universidad de Manchester 
  Autor de "Razón, fe y revolución", 2012



Más críticas a Richard Dawkins y a su proverbial optimismo :-) AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ


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