"Los nuevos ateos, ninguno de los cuales demuestra tener conocimientos rigurosos en el campo de las ciencias de las religiones, evitan sistemáticamente a teólogos y exegetas por considerarlos irrelevantes... En vez de ello, sus conocimientos sobre las ciencias de las religiones los han adquirido restringiendo su investigación casi exclusivamente a los doctrinarios radicales y reaccionarios... Todo lo que se necesita para captar la verdadera naturaleza de las religión es, dicen los ateos, fijarnos en sus extremistas, intérpretes literalistas (de la Biblia), sectarios, inquisidores y terroristas... A diferencia de los miles y miles de profesores universitarios y cultos clérigos y pastores a los que ignoran, nuestros autodidactas 'expertos en religión' les dicen a sus lectores que los únicos rasgos de la fe sobre los que merece la pena hablar son aquellos que fundamentalistas y fanáticos han puesto en candelero.
Esto no significa que los libros que estamos analizando* no tengan razón en su crítica de los múltiples abusos propiciados por las religiones... Pero los lectores tienen todo el derecho a esperar de periodistas y profesores universitarios equilibrio y equidad. Y eso es algo que Hitchens, Dawkins y Harris no les ofrecen. En cierto sentido, ello no tiene nada de sorprendente, dado que las diatribas de estos autores no están basadas en conocimientos rigurosos, y todos sabemos que la ignorancia sobre aquello que uno rechaza lleva siempre a la caricatura.
En consecuencia, puesto que la equidad no es importante para ellos, nuestros críticos recurren mayormente a la artimaña retórica: un modo muy poco riguroso de convencer a la gente, pero que mimetiza de todo en todo la mentalidad demonizadora de los fundamentalistas a los que tanto detestan...
Los teólogos, entretanto, conocen los males de la religión desde hace mucho más tiempo, con mucha mayor profundidad y con detalles mucho más sórdidos que nuestros mal informados nuevos ateos. También han elaborado críticas de la religión mucho más impresionantes que las de estos. Sin embargo, los nuevos ateos consideran necesario decir unas cuantas cosas desagradables sobre la disciplina de la teología con objetivo de arrojarla luego a la basura junto con todo lo que tenga que ver con la religión. A fin de desacreditarla, Dawkins, Hitchens y, en especial, Harris tienen que convencer primero a sus lectores de que la teología es cómplice de la atrocidad religiosa ¿Y cómo se justifica semejante acusación? Simplemente, haciendo sitio para la fe en Dios, afirman, la teología ha creado el espacio cultural y cognitivo en el que pueden producirse los abusos religiosos.
La forma más eficiente de liberar al mundo del fanatismo religioso es, pues, cerrando antes que nada cualquier posible resquicio para la fe religiosa. Liberar al mundo de la teología sería un paso fundamental en el camino hacia un mundo sin fanáticos. Tal programa es comparable, por supuesto, a abolir los abusos sexuales aboliendo primero el sexo"
John F. Haught
Teólogo, catedrático de Teología en la Universidad de Georgetown.
Es uno de los grandes expertos mundiales en el campo de las relaciones entre Ciencia y Fe.
Defensor de la compatibilidad entre la teoría de la evolución y la visión religiosa del mundo.
Extractos de su libro "Dios y el nuevo ateísmo. Una respuesta crítica a Dawkins, Harris y Hitchens", págs.67-69
Los libros a los que se refiere el profesor Haught son los de Richard Dawkins ("El espejismo de Dios", "El relojero ciego"), Sam Harris ("El fin de la fe", "Carta a una nación cristiana") y Christopher Hitchens ("Dios no es bueno").
Recuerdo que cuando acabé de leer la primera vez "El espejismo de Dios" y tras haber visionado sus incendiarios vídeos en Youtube, me pregunté qué habría pasado si el profesor Dawkins hubiera anunciado a bombo y platillo que había escrito un tratado sobre la energía nuclear. ¿Qué hubiera ocurrido cuando el confiado lector comprobara después que tal tratado sólo recogía un puñado de entrevistas a víctimas del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki..? ¿Aceptaría sin más que el tratado exponía una visión completa y objetiva sobre la energía nuclear o sólo la parte más tenebrosa del asunto? Dawkins y sus correligionarios usan hábilmente esta estratagema al escribir sus libros sobre Dios y la fe: información sesgada y absolutamente interesada de un tema que es, como poco, muchísimo más complejo, profundo y de infinitas implicaciones, mucho más poliédrico de lo que ellos tratan de mostrar a sus lectores. En otras palabras: estos autores están "adoctrinando" a sus lectores menos avisados, aprovechando su desconocimiento del fenómeno religioso y ofreciéndoles una versión muy pobre y parcial, en el mismo sentido que otros líderes (religiosos, políticos, etc.) han tratado a lo largo de los siglos de manipular a sus seguidores, mostrándoles una visión maniquea, en blanco y negro, de aquellos que consideran sus enemigos, formando así una realidad de buenos y malos (ellos los buenos, los demás los malos), perfectamente separados en compartimentos estancos, sin fisuras ni mestizaje posible, como en un cómic para adolescentes. En resumen, están haciendo lo mismo que ellos critican en otros.
Nada nuevo, entonces. Afortunadamente, muchos de sus lectores, incluso ateos, se dan cuenta a tiempo del juego sucio al que tratan de someterles y buscan información adicional en otros ámbitos más neutrales. Muchos otros, sin embargo, caen en la trampa y se dejan adoctrinar sin más.
"Si
quieren combatir la creencia en Dios, los vulgarizadores deben
proporcionar argumentos en apoyo de sus propias opiniones ateas. Los
evangelistas ateos de hoy día apenas intentan construir argumentos. En
lugar de eso, dirigen su artillería sobre los abusos sobradamente
conocidos de la historia de las grandes religiones mundiales. Pero
los excesos y atrocidades de la religión organizada no tienen nada que
ver con la existencia o inexistencia de Dios, de la misma forma que la
amenaza de la proliferación nuclear no tiene nada que ver con si es
verdad o no que E=mc2"
Roy Abraham Varghese
Profesor de Teoría y Práctica de la Medicina en la Universidad de Stanford
Escritor y editor de obras de divulgación sobre el conflicto ciencia-fe.