"Mi creencia en Dios no es un puro
asentimiento racional a un credo abstracto. Sería muy largo describir
cómo creo y en qué Dios creo. Dios no es una idea, un pensamiento.
Tampoco es una divinidad difusa en los confines del océano del cosmos... Hay una experiencia interior que
se va consolidando, encarnando y con la que se convive amorosamente. Y
llega a formar parte de uno mismo. El gran problema que suelen tener
muchos científicos es que mantienen una imagen infantil de Dios y esa
imagen no se lleva bien con la maduración de una visión científica del
mundo.
(Permítanme un inciso: hace algún tiempo, en un documental de divulgación científica, el físico Leonard Mlodinow, coautor con Stephen Hawking de "El gran diseño", justificaba su ateísmo alegando como "prueba" de su afirmación que en el transcurso de sus investigaciones, él no había encontrado, palabras textuales: "ningún tipo con barbas manejando los hilos"... Es evidente que, si lo único que haría cambiar de parecer a este señor sobre el tema Dios sería encontrarse con una "evidencia" como esa, nunca cambiará de idea :-) algo que, por otra parte, es lo que él desea. ¿Qué mejor estragegia para mantener a salvo su ateísmo que alimentar una imagen tan limitada, pueril y antropomórfica de Dios y después asegurar que no ha encontrado en el universo nada que encaje con esa imagen? Reconocemos que es un modo muy eficaz de cubrirse las espaldas. El único riesgo que conllevan estas astucias intelectuales es que si, alguna vez, míster Leonard se encontrara con el auténtico Dios, dado que Su "imagen" real no coincidirá en absoluto con la tosca imagen preconcebida que tiene de Él, no le reconocerá. De hecho, no le ha reconocido, cuando para otros físicos es tan evidente. El doctor Mlodinow puede vivir tranquilo, su argucia es hábil y funcionará: nunca encontrará a ese "dios" que no desea encontrar).
El conflicto cognitivo no se resuelve y se rompe por lo más
débil: la experiencia interior. Sin vida interior no es posible creer.
Pero esa vida interior no es intimista, ausente de la realidad. La
experiencia de Dios debe nutrirse de la experiencia humana, del contacto
con la vida, con la realidad, con la dura realidad, con el mordisco en
las propias carnes de la injusticia de un mundo desigual en el que hay
víctimas. El clamor de las víctimas sube hasta Dios y nutre nuestra
conciencia profunda.
Ciencia, espiritualidad y justicia no son para mí tres mundos incomunicados e impenetrables. Es más: tengo
conciencia de que para algunas personas se repelen mutuamente, se
excluyen. Lograr la síntesis personal no es nada fácil. En eso, el
también jesuita y paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin* es un guía espiritual. Supo aunar el gusto por la Tierra y el
gusto por el Cielo. Supo ir hacia Dios con todo el gusto por la vida.
Tenía muy claro que no se puede ser cristiano sin ser desesperadamente
humano. Y que todo lo que asciende, converge. La ciencia sin
espiritualidad está vacía, que dijo Einstein. Y una espiritualidad que
no brota del contacto con la vida, con las situaciones de inhumanidad,
no es una espiritualidad".
Leandro Sequeiros San Román
Catedrático de Paleontología
Doctor en Ciencias Geológicas y licenciado en Teología
Miembro de la Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Zaragoza
*Teilhard de Chardin: Paleontólogo, religioso y filósofo francés. Aportó una visión muy original de la evolución. Creó el concepto del Punto Omega para designar la meta ideal hacia la que se dirige toda la Creación. Como paleontólogo, participó junto al geólogo y también sacerdote Henri Breuil, en el descubrimiento del Sinanthropus u hombre de Pekín (Homo erectus pekinensis).