"No es necesario que todo enunciado sea un enunciado científico; ni tampoco por ello los enunciados que simplemente no son científicos pasan a ser afirmaciones inútiles o irracionales. La ciencia no es la única manera útil de ver la vida".
En su excelente artículo "Los límites del conocimiento", nuestro anarca favorito :-), Erraticario, analiza las circunstancias históricas (que no científicas) que nos han llevado al actual paradigma materialista, fuera del cual -nos dicen los centinelas de la ortodoxia- no hay "salvación" ni esperanza ni conocimiento real alguno... Una amenaza de desamparo ésta ya con solera y, por lo visto, de uso múltiple :-).
En efecto, en apenas tres siglos, Occidente pasó de aceptar de los padres del progreso industrial declaraciones tácitas como que "las circunstancias actuales nos obligan a concentrarnos en la materia" (s. XVIII) a aceptar que "la materia es lo único que importa" (s. XIX), mientras nos chupábamos complacientemente el dedo y sin apenas darnos cuenta del cataclismo que este, en apariencia, insignificante cambio de matiz, suponía a todos los efectos, no sólo los puramente ontológicos o filosóficos.
De "la materia es lo único que importa" a "la materia es lo único que existe" sólo había un breve paso, que fue dado, cómo no, en el convulso s. XX. Un saltito, éste sí, ínfimo, dado más por comodidad que por convicción.
Sin aquello, no habríamos llegado a esto, de aquellos polvos estos lodos...
Y todo comenzó con un hacha :-)
Les recomiendo vivamente la lectura del artículo de Erraticario, no les dejará indiferentes. Aquí les facilito un par de párrafos para que vayan abriendo boca:
"El pensamiento pretendidamente racional que se subordina a una filosofía materialista desde la cual interpreta la realidad no parece ser el resultado de una evolución de la mente humana hacia cotas más altas de inteligencia, en el sentido de una escalada hacia la verdad. Más bien, como todo proceso histórico, es el mero resultado de confluencias azarosas que determinan el curso de los acontecimientos en que transcurre la existencia de los seres humanos. Si esto es así, estamos ante una alternativa epistémica más de tantas otras que podrían haber sido igualmente. Más allá de las comodidades materiales derivadas, la manera en que hoy se ve el mundo no supondría ningún éxito cognitivo del ser humano en relación a otras épocas.
La técnica es una realidad intrínsecamente histórica, y de ella deriva la ciencia moderna que deviene la tecnociencia contemporánea, también una realidad histórica. Esto significa, no que haya que regresar a un idealizado “paraíso perdido” de la mano de la superstición y la “anticiencia”, sino que es necesario explorar los límites y las falacias de una racionalidad reducida a función algorítmica, y reconsiderar la autoridad extrema que se le atribuye a un pensamiento que se antoja cercenado y que reclama dirigir el destino de la humanidad erigiéndose, desde las mismas posturas dogmáticas que condena en su definición pura e idealizada, en custodio único del saber humano".
En nuestro blog también tratamos ampliamente este tema aquí y aquí.