Este blog ha sido creado sin ánimo de lucro. El único interés que me guía en este proyecto es la divulgación, el intento de llevar al gran público un aspecto del debate ciencia-fe que, considero, no es suficientemente conocido, pero que no debe ser obviado si pretendemos construirnos un criterio global y objetivo sobre un tema de candente actualidad.

Todos los párrafos aquí reproducidos son propiedad intelectual única y exclusivamente de sus autores. Siempre que sea posible se indicarán los títulos de los libros u otro tipo de publicaciones de donde fueron extraídos, así como el nombre y credenciales académicas de esos mismos autores. En algunos casos se proporciona al lector enlaces a librerías on line donde pueden adquirir sus obras. Aquí encontrarán una amplia bibliografía referente al debate ciencia-fe que incluye también todas las obras de divulgación consultadas en la progresiva elaboración del sitio. Sólo los textos escritos en caracteres grises son de mi autoría. Si desean reproducir éstos en otros blogs o páginas web, indiquen, por favor, el lugar del que proceden. Gracias.

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El Dios probable y el capitalismo cientifista (Leído al pasar V)

el dios probable loteria


En esta ocasión traemos a nuestra sección "Leído al pasar" el comentario de un creyente. Lo encontré bajo un artículo muy crítico con el profesor Richard Dawkins, la noticia de la que se hacía eco el diario (un problema en la web de Dawkins que, suponemos, fue subsanado poco después) se publicó en 2010 y, como es de esperar en estos casos, causó un considerable revuelo y un largo y atropellado debate entre ateos y teístas. Si alguien no leyó en su momento el artículo, sólo tiene que clicar en el enlace anterior para consultarlo. 

Pero lo que captó realmente mi atención fue, como digo, el comentario que transcribimos más abajo. He de confesar que me resultó más sustancioso y menos corrosivo que el artículo que indirectamente lo provocó. Llámenme quisquillosa, pero siempre he considerado que, sea cual sea el tema tratado, es conveniente guardar ciertas formas. El autor de la columna estaba enojado y, conociendo como conocemos a Dawkins, podemos entenderlo, pero me parece contraproducente dejarse llevar por las emociones más oscuras y caer en la trampa del insulto fácil, sobre todo si estamos reprochando esta misma actitud al bando contrario. En este sentido, pudiendo elegir, yo prefiero la fina ironía a la crítica mordaz :-)

Pero vayamos al comentario; el autor del mismo decía llamarse "Néstor", un tertuliano que goza de un evidente carácter pragmático, pues no se anda con sutilezas metafísicas, esas que a otros teístas nos deleitan tanto :-). Esta es su reflexión sobre la probabilidad de la existencia de Dios, los enlaces y apuntes en gris son nuestros:



"Me parece que no se entiende bien la naturaleza del argumento basado en las probabilidades. No se trata de establecer que Dios tiene que existir, sino que es más probable que exista, que que no exista.

Los argumentos que demuestran que necesariamente Dios existe son los argumentos metafísicos, no los argumentos basados en la probabilidad.


Sin duda, también la probabilidad de sacar cualquier otra combinación de números es exactamente la misma. Pero ésa no es la cuestión.

La cuestión es que si yo gano el primer premio en la lotería, digamos cinco domingos seguidos, sin duda seré investigado por la policía, y probablemente eso ocurra antes de llegar al quinto domingo.

Ahora bien, si alguien va a la comisaría y argumenta que mi serie de 5 aciertos tiene exactamente las mismas probabilidades de salir que cualquier otra serie de 5 resultados, se le reirán con razón en la cara. ¿Por qué?

Porque los policías no dicen que hay una necesidad metafísica o matemática de que yo haya hecho trampa. Lo que dicen es que habría que ser muy ingenuo para pensar que no está pasando algo raro.

Y de nada me serviría ponerme fresco y decirle a los agentes: “Bueno, me ha tocado la lotería, ¿y qué”?

Sí, al final tal vez resulto inocente, pero nadie podrá jamás acusar a los agentes del orden por iniciar una investigación, y más bien habrá que asombrarse de que sus sospechas hayan sido infundadas. 

Sin duda, un Universo como el nuestro, con esa acumulación fantástica de singularidades y con ese asombroso “fine tuning”, tiene, en la totalidad de Universos posibles que podrían derivarse a partir de que tal o cual singularidad no se hubiese dado así, una probabilidad de 1 sobre la totalidad de casos, igual que cualquier otro de esos casos posibles.

Pero ahí no está el asunto. El asunto está en que 5 aciertos de lotería sucesivos sin trampa son inmensamente menos probables que 5 aciertos sucesivos con trampa. Y si en vez de 5 aciertos hablamos de 10, muchísimo más improbable.

No se trata de comparar las probabilidades de Universos alternativos, sino de comparar la probabilidad de un Universo como el nuestro sin Inteligencia diseñadora, con la probabilidad de ese mismo Universo, con Inteligencia diseñadora.

Es claro que la segunda alternativa es inmensamente más probable.



Sí, es matemáticamente posible que las olas, golpeando durante siglos sobre las rocas de la playa, terminen formando una réplica exacta de la “Pietá” de Michelangelo. No implica contradicción. Los creyentes somos más parsimoniosos en ese sentido, y reclamamos la existencia de un escultor común y corriente. ("Pluralitas non est ponenda sine necessitate" que diría fray Guillermo :-))

Luego se discutirá qué clase de Inteligencia es, si es una sola, o varias, el asunto es que hay que reconocer, sí o sí, que ese diseño inteligente de nuestro Universo es la alternativa más probable, vistos los datos" (es decir, sacando conclusiones a partir de los datos que tenemos ahora en mano, no de los que podríamos tener en un futuro).



"Habría que ser muy ingenuos para pensar que no está pasando algo raro" nos dice "Néstor" y eso es exactamente lo que tratan de reivindicar los científicos deístas y teístas, a cuya causa nos adherimos desde este humilde sitio: su derecho legítimo a asombrarse ante lo que van descubriendo y proclamar con libertad que "hay algo raro", un componente altamente enigmático y muy evocador, detrás de esos ajustadísimos parámetros del universo, detrás de sus asombrosas leyes "alegales", de los múltiples patrones que se repiten por doquier, de la sugerente extravagancia de las leyes que rigen el mundo subatómico y, en fin, de las millones de afortunadas "coincidencias" que tuvieron que agruparse para dar lugar al prodigioso cosmos que habitamos. Es, creemos, una demanda razonablemente legítima y por eso la apoyamos. Sin embargo, somos conscientes de que si un experto insiste demasiado en ella, empezará a granjearse cierta mala fama, no tanto dentro de la profesión (la Ciencia en su mayor parte, como anhelaba Einstein, sigue aceptando y rindiéndose a la belleza del misterio) como entre los ruidosos y beligerantes grupos ateos que la orbitan, usándola para sus propios fines propagandísticos... Para estos escépticos, como ya sabemos, todo es -o debe ser- perfectamente "natural" y así hay que expresarlo siempre, aunque al hacerlo se caiga en la más absurda de las contradicciones. Las mismas palabras "raro" o "misterio" que en el siglo pasado eran habituales en los debates científicos, hoy día deben usarse con suma cautela para no acabar en la lista fatídica de los sospechosos de herejía.

Hace unos meses, en un foro donde se debatía sobre los últimos descubrimientos en el campo de la física subatómica, un joven materialista muy indignado llamaba al orden a otro usuario más moderado -que ni siquiera se declaró creyente- por haberse atrevido a usar alegremente el adjetivo "enigmática" refiriéndose a la física cuántica. Muy alterado, como decimos,  el chico ateo exhibió una variopinta gama de estrategias lógicas y retóricas bastante elaboradas para acabar concluyendo que en la física de partículas "no hay ningún tipo de misterio, todo es absolutamente normal y natural" (que un solo electrón disparado hacia una doble rendija pase "a la vez" por ambas rendijas es absolutamente normal ;-)). El chaval apenas podía disimular la honda repugnancia que le provocaba la palabra "misterio" y las connotaciones religiosas con las que su imaginación la asociaba. Y yo, que me limitaba a leer, tampoco podía disimular la honda compasión que me causaba su férreo dogmatismo por él inadvertido, su doloroso resentimiento que hacía inviable cualquier intento de objetividad por su parte.


"Pienso que puedo decir con seguridad que nadie entiende la Mecánica Cuántica. De manera que no os toméis esta charla demasiado en serio, pensando que deberíais entender lo que voy a describir en términos de algún modelo; simplemente relajaos y disfrutad. Yo os voy a contar cómo se comporta realmente la naturaleza. Si simplemente admitís que quizás ella se comporta así, la encontrareis como algo fascinante y cautivador. No os repitáis a vosotros mismos —y si es posible evitad siquiera planteárosla—, la pregunta de “¿Pero cómo es posible que la Naturaleza sea de tal manera?”, porque esa pregunta os llevará, como arrastrados por el remolino de un desagüe, a un callejón sin salida del que nadie ha escapado. Nadie sabe cómo la Naturaleza puede ser de esa manera".

Freeman J. Dyson
Célebre físico, matemático y escritor inglés nacionalizado en Estados Unidos
Miembro de la Royal Society
Autor de "El científico rebelde", 2010




No me malinterpreten, no estoy apelando a ningún dios-tapa-agujeros. Personalmente, -lo he declarado aquí muchas veces- creo en Dios por lo que sé del mundo, no por lo que ignoro. Sólo afirmo que si la naturaleza es algo fascinante y cautivador (y, sí, misterioso) como reconoce Dyson, los creyentes, científicos o no, tenemos todo el derecho del mundo a plantear la cuestión de que, quizás, detrás de ella puede haber una Inteligencia igualmente fascinante y cautivadora. De hecho, muchos de nosotros precisamente nos planteamos este tipo de cuestiones porque, como dijo alguien, extasiados ante la majestad de la vida y el universo, no tenemos la fe suficiente para permanecer ateos :-)


***


En cuanto al último párrafo del comentario que inspiró esta entrada, me temo que debo discrepar. Admiro el optimismo de "Néstor", pero sospecho que ese reconocimiento "sí o sí" del "diseño inteligente del Universo" nunca tendrá lugar por parte de la Ciencia, al menos no de forma "oficial" (a nivel particular muchos científicos sí confiesan ya su deísmo). Y no lo será, entre otras razones, por ésta, pero, sobre todo, por ésta. 


Como escribió Shelley:

"La riqueza es un poder usurpado por la minoría para obligar a la mayoría a trabajar en su provecho"

Y lo hará a toda costa, caiga quien caiga.

 Lo triste y paradójico de este asunto es que esa gran "mayoría" de la que habla el poeta incluye también a millares de jóvenes cientifistas como el que cité más arriba, que salen en tropel de la universidad cargados de ilusión y sana rebeldía, enarbolando la bandera del progreso. En una palabra, creyéndose realmente "libres". Sin embargo, basta rascar un poco su superficie para descubrir que están ideológicamente uniformados, adoctrinados casi al milímetro para que rindan sus armas a un sistema económico que lleva décadas arrasando con todo. 

Millares de chavales que, pese a su inteligencia, no tienen ni idea "en provecho de quien" están "trabajando" 




"El mundo del capitalismo globalizado agota hoy la totalidad de lo visible y proclama que no hay nada más que ver, que no hay nada escondido, que no hay otra imagen posible. Esto es lo que hay, nos dice. Es una nueva forma de gestionar lo invisible: si en otras épocas era patrimonio de las religiones, cuyos dogmas establecían de qué estaba “hecho” lo invisible y quién establecía su ley, hoy el capitalismo global cancela toda invisibilidad, todo no-saber, en favor de su única verdad presente".

Marina Garcés
Profesora de Filosofía, conferenciante y escritora
Universidad de Zaragoza
Columnista del diario "El País"

 

Y ahora, querido lector, trate de recordar cuántas veces ha oído a un inocente y confiado ateo argumentando que los teístas creemos en Dios sólo porque no podemos aceptar la idea de la muerte. Sólo porque no podemos aceptar que "esto es lo que hay".




El biólogo ateo Javier Sampedro nos habla aquí sobre azar y probabilidad.
Todas las entradas sobre el cientifismo, incluida ésta, aquí.




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