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Jacques Monod y la mitología materialista de la ciencia

planeta pluton

"(Existe un curioso fenómeno) que se repite con regularidad en las formulaciones de la mitología materialista de la ciencia (entendiendo aquí "mitología" como la interpretación subjetiva realizada desde una filosofía previa -atea, en este caso- sobre unos hechos objetivos, véase explicación más abajo), al menos desde el siglo XIX: la atribución sistemática al teísmo de una ligadura con las posiciones que las teorías científicas exitosas en cada momento consideren descartadas. De manera que las últimas teorías científicas siempre estarían reforzando al materialismo ateo. Lo curioso de esto es que, en función de cómo evolucionen las ciencias, el teísmo vendrá a ser rechazado por una razón o justo por la contraria


Así, por ejemplo, Monod se esfuerza por presentar el indeterminismo en la ciencia actual como soporte del ateísmo. Pero, en el siglo XIX, los sucesores de Laplace vieron en la mecánica clásica determinista una teoría perfectamente explicativa, que convertía a Dios en una hipótesis innecesaria.

En la argumentación materialista se pueden señalar bastantes paradojas de este tipo".

Francisco J. Soler Gil
Filósofo de la Física
Doctor en Filosofía por la Universidad de Bremen 
Miembro del grupo de investigación de filosofía de la física en dicha universidad
Autor de "Mitología materialista de la Ciencia", Ediciones Encuentro, 2013




Muy revelador, ¿no les parece?
Con determinismo o sin él, con azar o sin él, la banca siempre gana.
:-)


Se podría argumentar que el teísmo liberal ha hecho exactamente lo mismo, es decir, vislumbrar en cada descubrimiento científico un enlace que llevaría en última instancia a reconocer a Dios en Su obra, el universo. Pero es que el teísmo, como filosofía, parte justamente de esa base: la que sostiene que la Ciencia es un instrumento del Creador, la herramienta (una de ellas) que Él mismo dispuso para que el hombre Le buscara y desenmascarara :-) Así que, todos los dictámenes de la Ciencia (incluidos sus errores), siempre serán bienvenidos e interpretados por el teísta como parte inevitable de esa apasionante aventura que es descubrir el mapa del Arquitecto.

El ateísmo, en cambio, que no parte de esta base, no tiene razón alguna para sostener que tanto una teoría científica como su contraria "demuestran" que Dios no existe, sin caer en una absurda contradicción.


***


Para explicar qué es eso que Soler Gil denomina "mitología materialista", citaremos también a Jacques Monod. Cuando este ilustre biólogo y Premio Nobel escribió su "El azar y la necesidad" (una de las muchas biblias de los ateos :-)), incluyó en su prefacio una esclarecedora advertencia que hoy suele pasar convenientemente desapercibida. Antes de desarrollar su ensayo, en cuyo prólogo, Monod exaltaba el socialismo y se alineaba con el existencialismo de los cincuenta y sesenta al afirmar que "el hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo en donde ha emergido por azar. Igual que su destino, su deber no está escrito en ninguna parte", el autor también nos advierte:


"Desde luego hay que evitar toda confusión entre las ideas sugeridas por la ciencia y la ciencia misma (...) Indudablemente, soy responsable de las generalizaciones ideológicas que he creído poder deducir de ellas."


O sea, que la Ciencia es una cosa y las ideas que uno desarrolle por su cuenta y riesgo a partir de la Ciencia es otra. Muy distinta.


El afamado biólogo nos está confesando honestamente que las ideas filosóficas que nos ofrece en su ensayo son, ni más ni menos, que... una opinión personal, que ha "deducido generalizaciones ideológicas" a partir de los hechos científicos disponibles en su tiempo. Esas generalizaciones ideológicas lo siguen siendo hoy, siguen siendo filosofía, no Ciencia. Para millones de ateos, sin embargo, son dogmas de fe.

Y así ocurrirá, me temo, por mucho tiempo, entre otras razones porque ni el hombre de a pie ni, en muchas ocasiones, los mismos científicos son conscientes de esta confusión, de esta amalgama de términos y conceptos, y, si lo son, no se atreverán a reconocerlo en público. Soler Gil lo expresa así:


"¿Acaso resulta respetuoso hablar de 'mito' o 'mitología', en relación con la lectura materialista de la ciencia? ¿No es esta elección terminológica una forma de desacreditar el materialismo asociándolo con un término tan cercano al engaño y la mentira? Si consultamos el significado de la palabra 'mito' en el diccionario (...) encontramos tres acepciones del término. Una de ellas considera el mito como 'representación deformada o idealizada de alguien o algo que se forma en la conciencia colectiva'... La otra nos advierte que el mito es 'cosa inventada por alguien, que intenta hacerla pasar por verdad, o cosa que no existe más que en la fantasía de alguien' (...)

Aunque la opción materialista sea un planteamiento que merece una discusión seria, la lectura materialista de la ciencia posee en nuestro tiempo los rasgos del mito en estas dos acepciones. Se trata, desde luego de una interpretación deformada de la ciencia, en la que se trata hacer pasar por resultados científicos lo que no son más que interpretaciones particulares de los mismos. Y estas interpretaciones, convertidas en 'resultados de la ciencia', ocupan un lugar preeminente en la conciencia colectiva de nuestras sociedades occidentales".

De hecho:


"¿Cuántas veces no nos habrán salido ya al paso frases como estas? 'A más Ciencia, menos religión'. 'Desde Darwin, no se sostiene que un ser superior haya creado el mundo'. 'La ciencia moderna no deja lugar a la existencia de un Dios creador'.

Si tales expresiones aún no le resultan familiares, no pasará mucho tiempo hasta que lo sean. De hecho, puedo anticiparle que estos enunciados, u otros por el estilo, le acompañarán toda su vida.

El conflicto -la disyuntiva- entre Dios y la Ciencia forma parte del Zeitgeist, el espíritu de nuestro tiempo. Es 'lo que se piensa', sobre este asunto hoy en día. Y como los hombres somos por naturaleza sociales, la opinión colectiva queda revestida con ropajes de verosimilitud hasta tal punto que los que se abandonan a ella consideran extravagante, completamente errónea, la puesta en cuestión de uno de esos consensos: ¿cómo podría pensarse en serio otra cosa? ¿No está más que establecido que...?

Ahora bien, lo cierto es que yo, en conciencia, no puedo avalar en este punto la opinión de nuestro tiempo. Lo cierto es que después de más de veinticinco años dedicados al estudio de la frontera entre ciencia y filosofía, no sólo no creo que exista ninguna incompatibilidad entre la ciencia y la fe en Dios, sino que considero que los datos acerca de la realidad natural que nos aportan las ciencias actuales encajan de un modo muy notable con las viejas doctrinas teológicas sobre el mundo y sobre el hombre".


En resumidas cuentas:

"Hemos de optar entre una interpretación del mundo que parte de la materia como realidad primera (materialismo), y la interpretación alternativa, que juzga más verosímil que sea una mente la que desempeña ese papel (teísmo)".



Y los descubrimientos de la Ciencia -sin quitarle ni añadirle una coma*- pueden confirmar, en principio, ambas interpretaciones. Todo es cuestión de perspectiva, simplemente, hay que elegir una de ellas... y respetar la otra. Compruébenlo por ustedes mismos, les invito a leer el excelente libro del que hoy hemos extraído estos párrafos y entenderán de qué les hablo.  

Si nuestros amigos ateos, en lugar de aventurarse en su lectura, responden a mi sugerencia argumentando, como me dijo cierto escéptico hace poco, que no necesitan conocer la versión teísta del debate "porque ya han leído la Biblia" :-) no harán más que confirmar y conceder credibilidad a la valiente tesis que el doctor Soler expone en su ensayo.

(*Aunque no sea necesario, aclaramos que Soler Gil no comparte los postulados de los creacionistas ni de los defensores del llamado "movimiento de la Tierra joven" o el Diseño Inteligente).


***


Y, ya para acabar, una última reflexión; Jacques Monod, como buen existencialista, creía que el deber moral de los hombres, "no está escrito en ninguna parte". La ética, cualquier tipo de ética, en este caso, no es más que una vana ilusión... Cabe, entonces, preguntarse por qué arriesgó su vida siguiendo esa ilusión cuando se unió a la Resistencia Francesa contra los nazis. Esto ocurrió años antes de escribir su "El azar y la necesidad", es cierto, pero nunca declaró que se arrepintiera de haber actuado como lo hizo durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Por qué Monod luchó contra el Tercer Reich?

¿Acaso el código ético de Hitler no era tan válido 
-por ser igualmente ilusorio- como el suyo? De hecho, el código ético de Hitler, al identificarse tan descaradamente con la selección natural, ¿no era más apropiado para una sociedad ya evidentemente cientifista?



"Tras los quarks y el Big Bang, vislumbramos un ámbito sutil e inexplicable. Para algunos está vacío, según otros, Dios está allí. Pero esto último tiene siempre consecuencias éticas. Sentirnos parte de un todo con los demás seres humanos y referirnos a algo exterior a nosotros aminora el egoísmo. Las religiones son maneras de ligarse desde lo cotidiano a ese ámbito sutil e inexplicable".

Antonio Fernández-Rañada
Físico español
Doctor en Ciencias por las Universidades de París y Complutense
Catedrático de la Facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid
Autor de "Los científicos y Dios", Editorial Trotta, 2008




Leer también:
(La imagen que hemos elegido en esta ocasión no está muy relacionada con el artículo de hoy, pero no hemos podido resistirnos a compartir con nuestros lectores, nosotros también, esta bellísima fotografía de Plutón, captada por la sonda New Horizons y publicada hace pocos días por la NASA.

A pesar de todos los pesares, vivimos tiempos afortunados.

"Sálvate, mundo mío, 
desatando infinitos"
:-))


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