"Es muy característico que las ideas religiosas de Einstein se basan en una idea particular de Dios pero no implican consideraciones éticas. Pues, si no existe el libre albedrío (como él pensaba) porque nuestros actos están ya fijados por el férreo determinismo universal, ¿cómo entender la responsabilidad ética?, ¿tiene sentido rechazar algunas conductas como el asesinato o el robo? Él explicaba la máxima cristiana 'Ama a tu prójimo' diciendo:
'No puedo odiarle (a su prójimo) porque debe hacer necesariamente lo que hace (por necesidad interna o externa. En este punto) estoy pues más cerca de Spinoza que de los profetas. Por eso no creo en el pecado'.
Pero, cuando se conocieron los detalles del Holocausto, se sintió horrorizado, exclamando:
'Los alemanes, todo ese pueblo entero, son responsables de esos crímenes en masa y deben ser castigados si hay justicia en el mundo'.
A pesar de ello, Einstein concedía una gran importancia a la ética, lo que le impulsó a defender posturas pacifistas. Su último acto significativo fue firmar, pocos días antes de morir, el llamado Manifiesto Russell-Einstein que llamaba la atención de los científicos y de la opinión pública sobre el riesgo de una guerra nuclear y que propone medidas para evitarla... Pero, si tomamos en serio sus ideas, ¿qué sentido tiene intentar evitar una guerra que se producirá por pura necesidad, sin que nadie pueda cambiar el curso de los sucesos? (que es lo que, al fin y al cabo, el determinismo postula).
La contradicción es evidente.
El primero en señalarla, en 1931, fue Robert A. Millikan*, premio Nobel en 1909, al decir:
'Me parece imposible que sea determinista un hombre (Einstein) que tiene sentido de su responsabilidad social, pues ésta significa libertad de elección y autocrítica como consecuencia de haber tomado decisiones equivocadas'.
Conviene examinar esta contradicción:
En contra de lo que se suele pensar, Einstein no fue el primero de los físicos modernos, sino el último de los clásicos. Aunque contribuyó de modo decisivo a la física del siglo XX, sus modos de pensar estaban profundamente enraizados en el determinismo de la física del XIX. A ello se debe su oposición a las ideas de la física cuántica, basadas en leyes probabilísticas y en la existencia de un azar objetivo en el mundo atómico (clic AQUÍ para consultar una explicación sencilla de la teoría cuántica, de este modo entenderán mejor por qué a Einstein, un determinista acérrimo, le molestaba tanto :-)). Nunca las aceptó (aunque, por una ironía de la historia, él mismo había contribuido a su creación). Su conocida frase: 'No creo en un Dios que juegue a los dados' expresa su rechazo a algo que le disgustaba profundamente: que en la física atómica los electrones y las otras partículas tengan un comportamiento aleatorio, como si obedeciesen a los dados que alguien está tirando.
Sobre ello mantuvo una polémica con Niels Bohr* a lo largo de treinta años... En sus esfuerzos por obtener un nuevo esquema determinista que sustituyese a la teoría cuántica, llegó incluso a negar el tiempo como posibilidad del devenir, apostando claramente por la necesidad frente al azar. Cuando su amigo de juventud Michele Besso* falleció poco antes que él mismo, escribió a su hermana y a su hijo una carta diciendo: 'Michele se me ha adelantado en dejar este mundo. Poco importa. Para nosotros, físicos convencidos, el tiempo no es más que una ilusión, por persistente que parezca' (otras traducciones aseguran que Einstein escribió 'físicos creyentes' en lugar de 'físicos convencidos'). Con ello quería decir que, si todo está determinado, no puede aparecer nada nuevo que no estuviese ya antes de algún modo. Nótese que el fluir del tiempo implica aparición de novedades, ideas que surgen, canciones que alguien comopone, personas que nacen. En ese sentido negó Einstein el tiempo: en la dualidad entre el ser y el devenir, sólo veía el primero, tomando al segundo como una ilusión.
Pero, según el juicio prácticamente unánime de los físicos de hoy (aunque, con algunos disidentes respetables), Einstein estaba equivocado en este punto y Bohr llevaba razón. El resultado de una serie de brillantes experimentos realizados en las últimas décadas confirma la idea de que la ciencia del siglo XX es mucho menos determinista que la del XIX, combinando el azar y la necesidad en la suficiente medida como para admitir que el devenir es tan importante como el ser y que lo que cambia y lo que permanece tienen valores comparables. Hoy vemos el cosmos como un proceso histórico, la sucesión de varias evoluciones encadenadas -cósmica, bilógica, cultural y personal- cuyo futuro no conocemos bien, pues habrá en él novedades no previsibles hoy. (El "demonio de Laplace", por tanto, se nos queda pequeño como "pitoniso" :-)).
Cabe, por ello, preguntarnos qué pensaría Einstein sobre Dios y el misterio si hubiese llegado a aceptar el indeterminismo esencial de los constituyentes básicos de la materia -lo que probablemente habría hecho de haber vivido hoy en la plenitud de sus facultades-. ¿Admitiría la aparición de formas realmente nuevas en el mundo? ¿Creería en la libertad personal? ¿Cambiaría su visión de la ética? ¿Cómo concebiría a Dios? Sin duda, tienen estas preguntas el fascinante atractivo de las que nos incitan pero nadie puede ya contestar".
(Acotaciones en gris añadidas)
Antonio Fernández-Rañada
Físico teórico español
Catedrático de la Facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid, donde ha ocupado sucesivamente las cátedras de Mecánica Teórica, Física Teórica y Electromagnetismo
Extractos de su libro "Los científicos y Dios", Editorial Trotta, 2008
*Determinismo: Doctrina filosófica que sostiene que todo acontecimiento físico, incluyendo el pensamiento y acciones humanas, están causalmente determinados por la irrompible cadena causa-consecuencia, y por tanto, el estado actual "determina" en algún sentido el futuro. (Fuente: Wikipedia).
O dicho de otro modo: "Como es hoy, será siempre".
*Robert A. Millikan (1868-1953): físico experimental estadounidense ganador del Premio Nobel de
Física en 1923 especialmente por su trabajo para determinar el valor
de la carga del electrón y el efecto fotoeléctrico, demostrando con éste último la teoría de Einstein.
*Niels Bohr (1885-1962): físico danés, realizó contribuciones fundamentales para la comprensión de la estructura del átomo y la mecánica cuántica. Premio Nobel de Física en 1922.
*Michele Besso (1873-1955): Ingeniero suizo-italiano, amigo personal de Einstein.
Más entradas sobre Einstein aquí y aquí.