Muchos ateos suelen acusar a los creyentes de usar a Dios como una especie de "tapa-agujeros" utilitario. Les recriminan que coloquen a Dios allí donde la Ciencia aún no ha llegado, a modo de "explicación provisional", al menos hasta que el método científico lo desbanque, relegándolo poco a poco hacia un espacio-hueco, cada vez más estrecho. El Dios de los huecos es, por tanto, un Dios pobre, acorralado e indefenso, que se alimenta por poco tiempo de lo inexplicado, pero destinado, por esta misma razón, a desaparecer.
Pero éste, evidentemente, no es el Dios de los creyentes: este es el Dios de los ateos, o, mejor dicho, esa es la imagen que de Dios necesitan formarse los ateos para poder eliminarlo con facilidad, que es justo lo que intentan. El Dios de los Huecos es, por ejemplo, el Dios-punching ball de Dawkins. Su hombre de paja. Reconocemos que es una ventaja indiscutible eso de tener la oportunidad de crear a nuestro enemigo a medida de nuestro antojo y de nuestras fuerzas. Muy torpes tendríamos que ser si, aun así, no consiguiéramos vencerlo :-) Además ésta es una forma fácil de alimentar el ficticio conflicto ciencia-fe, una supuesta confrontación que a muchos interesa mantener viva por razones que poco o nada tienen que ver con la Ciencia ni con la fe.
AQUÍ, pueden, si lo desean (reconozco que es algo extenso), comprobar por ustedes mismos cómo la imagen del Dios de los Huecos no encaja en mi visión personal del concepto de la divinidad, que es, por otra parte, el mismo concepto que tienen la mayoría de los teístas que conozco. Yo, como muchos otros creyentes, subrayo la famosa cita de Einstein: "Dios está detrás de cada puerta que la Ciencia logra abrir". Y afirmo, sin lugar a dudas, que la ciencia es una aliada de la fe, porque cada nuevo descubrimiento es un "nombre" de Dios, un motivo más para extasiarse ante su extraordinario designio. Cada descubrimiento nuevo nos revela a un Dios que es matemático, físico, biólogo, químico, un científico, en suma, de primer orden... Si conocemos todas estas cualidades de Dios es, precisamente, gracias a la Ciencia, a la que debemos gratitud. Sin ella nuestra fe estaría bastante desamparada, abandonada a los escasos recursos de nuestra imaginación.
Lo curioso es que, a tenor de lo expuesto en muchas obras de divulgación científicas, pareciera que los ateístas sí que usan el Azar exactamente del mismo modo que otros usarían -siempre según el modo ateo de entender el asunto- al Dios de los Huecos. Allí donde un fenómeno resulta inexplicable a la luz de la Ciencia y la razón (por ejemplo el apasionante crucigrama astral -como lo denomina el biólogo molecular Javier Sampedro- que supone averiguar cómo pudo formarse el ADN inicial sin célula que lo contuviera o la célula inicial sin el ADN que contenía las instrucciones para su formación), muchos divulgadores simplemente apelan a las piruetas del azar sin añadir nada más. Es decir, usan el azar como un práctico corcho "tapa-agujeros" ante un hecho absolutamente inexplicable... ¿A qué les suena esto?
La diferencia entre el pobre Dios de los Huecos y el poderoso Azar de los Huecos, es que al primero, aunque "pobre", se le supone a priori la capacidad suficiente para crear y poner en marcha una célula con su correspondiente ADN sin demasiado esfuerzo :-) Pero el Azar, para empezar, no es un "ente", de hecho, no es "nada", una nada a la que se le atribuye la habilidad de "hacer cosas", y cosas elaboradísimas, asombrosamente complicadas. Además, el azar tiene en su contra la notable desventaja de ser una "nada" de efecto comprobable. En nuestro devenir cotidiano repetimos mil veces el sabio consejo: "no dejes nada al azar", una frase que, con sus variantes idiomáticas, existe en casi todas las lenguas del mundo. Si lo repetimos tan a menudo, es porque sabemos (y lo sabemos por la experiencia, la sabiduría y la memoria acumulada a través de los siglos), que el azar, como mucho, tiene el poder justo para desbaratar un plan difusamente configurado, pero no para configurar detalladamente ese mismo plan.
Lo sabemos, la evidencia así lo avala y, aun así, muchos se empeñan, con una enjundia que dista mucho de ser racional, en que ese azar "tapa-agujeros", al que no confiarían ni la actividad más anodina de su vida diaria, es la causa primera y última de todo lo que existe... "La fe -ya lo sabemos- es la certeza de lo que no se ve". La paradoja en este caso es que sean precisamente aquellos que deploran este tipo de fe confiada en lo no comprobado, los que la practiquen con más denuedo.
Muchos científicos reconocen que creen en el "poder" del Azar de los Huecos "porque no hay otra alternativa plausible que explique el origen del universo y de la vida". Otros, más honestos, reconocen que sí hay otra alternativa... Pero, al mismo tiempo, confiesan también que prefieren no contemplarla :-)
Más sobre el Azar de los Huecos AQUÍ y AQUÍ.
Enlace externo: "El dios de los huecos" en Divulgación de la Ciencia.